Los ideales del 14

Los ideales del 14

LEANDRO GUZMÁN
La conmemoración del 47 aniversario de la gloriosa expedición del 14 de Junio de 1959, que marcó el principio del fin de la oprobiosa tiranía de Trujillo, encuentra al país en medio de un debate para profundizar la institucionalidad que se merece, proceso en el cual en más de una ocasión hemos dicho que en cualquier reforma constitucional que se haga participen los sectores más representativos de la sociedad dominicana.

En este nuevo aniversario de esa gesta patriótica, en la que se inmoló lo mejor de nuestra juventud, debemos reflexionar acerca del presente y el futuro de nuestro país, cada quien con aportes de ideas positivas que encaminen a la República Dominicana por los senderos de la paz, el progreso y la justicia social.

La epopeya que comentamos fue posible gracias al desprendimiento de gran parte de los líderes exiliados de entonces, que en ese momento supremo abandonaron sus diferencias ideológicas para formar un bloque monolíticamente unido, con carácter militar, única forma de hacerle saber al dictador Trujillo que todavía quedaban hombres con sentimientos de dignidad y decoro, que llevaban la Patria en su corazón.

El 14 de Junio de 1959 dejó sembrada una simiente, que no es otra que la que tiene que ver con el Movimiento de Resistencia interna que en honor al sacrificio de los expedicionarios, entre los cuales había varios de otras nacionalidades, luchó con firmeza para erradicar la tiranía. Es cierto que casi todos fueron torturados y asesinados, pero no por eso su lucha fue en vano, pues su sangre generosa abonó el terreno fértil de la libertad.

Si eso no hubiera sucedido, no estuviéramos inmersos en un proceso democrático que naturalmente hay que perfeccionar, para lo cual se necesita mantener vivos los ideales del 14 de Junio, consignados en el Programa Mínimo de Liberación Nacional.

En ese Programa hay muchos puntos que no se han cumplido, como son principalmente la necesidad de distribuir mejor la riqueza y fundamentalmente “convocar dentro de un término prudencial una Asamblea Constituyente, elegida por medio del sufragio universal, directo y secreto, encargada de elaborar la nueva Constitución de la República, con sujeción a los principios que rigen la concepción de la organización democrática del Estado e inspirada en los postulados de la justicia económica y social”.

Obsérvese que hace 47 años que se planteaba la necesidad de una Asamblea Constituyente para modificar nuestra Carta Magna, lo que confiere a los redactores de ese Programa Mínimo de Liberación Nacional la categoría de visionarios.

Es cierto que después de la desaparición de la tiranía trujillista la Constitución ha sido modificada en varias ocasiones, pero no para favorecer los intereses del pueblo, sino en situaciones coyunturales que sólo han servido para apuntalar intereses políticos y económicos, no siempre de la mejor especie.

Hay que tener presente el grave daño que le produjo al país la modificación constitucional auspiciada por el ex presidente Hipólito Mejía, todo con el propósito de restablecer el funesto principio de la reelección, violando así su palabra de que jamás intentaría buscar un nuevo período presidencial.

Su derrota casi aplastante en las elecciones generales del año 2004 debe servir de lección, pues para consolidar el proceso democrático es necesario mantener el principio de la alternabilidad. Si se considera que cuatro años no son suficientes para lograr la realización de un programa en beneficio del país, pues que se amplíe a seis años el período presidencial. Pero que en la modificación constitucional se consignen el Referendo, el Plebiscito y la revocación del mandato presidencial cuando se considere que el Presidente no está cumpliendo con su juramento y el programa ofertando.

Ojalá que los nuevos senadores y diputados dirijan su vista hacia los ideales de la juventud patriótica del 14 de Junio de 1959, que como dije anteriormente llevaban la Patria en su corazón.

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