Los immortales y sus discursos

Los immortales y sus discursos

Tradicionalmente los deportistas son personas de acción, de pocas palabras y hasta tímidos para hablar en público.

Sin embargo, como toda regla tiene sus excepciones, hay algunos que cuando tienen la oportunidad, “hablan hasta por los codos” como sucedió en el XLVII Ceremonial del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, celebrado el domingo pasado.

La situación no es nueva, se repite año tras año y por respeto a los exaltados, se sugiere, pero no se limita el tiempo de sus palabras de agradecimiento.

“Ese es su día”, me respondió uno de los directivos del Pabellón cuando me atreví a sugerir que de alguna manera había que regular las posibles prolongadas intervenciones.

En esta ocasión, dos de los exaltados se extendieron en sus monólogos y afectaron la brillantez de un acto montado con todo el esmero y amor que ellos merecen.

Hubo intentos sutiles de indicarles que se estaban excediendo; los aplausos prodigados fueron mal interpretados y siguieron con sus interminables discursos.

Era evidente el cansancio en el público y en varios de los directivos del Pabellón, pero “ese era su día” y había que dejarlos y escucharlos pacientemente.

Pienso, y comparto mi criterio con el público, de manera que la idea llegue hasta los futuros exaltados, que, con todo respeto, deben limitar sus palabras de agradecimiento.

Considero que dos páginas escritas a dos espacios, es suficiente, como hicieron inteligentemente Sammy Sosa y Rolando Sebelén, quienes fueron precisos y elegantes en sus palabras.

Y lo más importante, respetaron el tiempo de los demás exaltados, y del solidario público que asiste solemnemente a darle calor y apoyo con su presencia y aplausos.

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