Encarrilado ya en su segundo periodo constitucional, el presidente Luis Abinader le da inicio a un período avalado por las nutridas delegaciones de representantes oficiales en especial de América que la pasada semana pisaron las históricas calles e iglesias de la ciudad de los colones.
Esa zona ha ido recuperando su brillo colonial en una magnífica restauración, lenta pero de pasos firmes y devolviéndole a esa parte de la ciudad ovandina el esplendor del siglo XVI. La gente se va maravillando de lo que por siglos se mantuvo oculto y destruyéndose con el paso del tiempo.
Esas piedras labradas con el tesón de canteros españoles, traídos al país en el siglo XVI, adquirieron su belleza por el cuidado de como fueron trabajadas durante largos meses y sin horarios, solo limitados por las condiciones del tiempo. Estas piedras adquirieron una belleza muy atractiva por lo que mostraban en su vistosidad que habían tomado vida en manos de los canteros españoles que volcaron su especialidad en esas rocas ya disfrutando de calles y edificaciones rehabilitadas a su estilo original.
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Existe una ciudad viva y vibrante que en un clima de paz disfruta de un ambiente muy cosmopolita. Y en ese ambiente la renacida zona colonial alberga toda clase de negocios que refleja el dinamismo de la sociedad cuando se han recuperado edificaciones que tan solo hace diez años estaban condenadas a demolerse por su ruinoso estado.
Persiste el grave problema del estacionamiento en que al caer el sol ya es casi imposible lograr un estacionamiento para asistir a alguno de los pequeños restaurantes-boutiques del enclave colonial. Desde la Plaza de España hasta el callejón de Regina hay una gran oferta de sitios para divertirse, comer y pasar en camaradería social las horas nocturnas de la diversión
El país sigue una ruta de progreso con las grandes expectativas de inversiones que llegan aun cuando el clima de nuestra vecindad enfrenta el fallido estado haitiano. Hemos podido afianzarnos con certidumbre de una paz duradera pese a los signos ominosos que perturban la región caribeña por el caso venezolano de unas elecciones que quieren desvirtuarse por la fuerza de un dictador aferrado ciegamente a un poder que no puede sostener por sus incapacidades intelectuales manifiestas.
Este nuevo periodo constitucional debe venir envuelto en una aureola de rectificaciones en especial por el desbocado endeudamiento que alarmó a todos los organismos que recomendaban prudencia. Esto nos coloca peligrosamente al borde de un descalabro financiero que nos obligarán de nuevo vernos en manos de los organismos internacionales de presión para ordenarnos. No debemos ser tan mano suelta e irresponsables que es determinado por el boyante ambiente de crecimiento del turismo, de las remesas y de las inversiones extranjeras en las numerosas zonas francas en operación.
Existen muchos imponderables en el futuro del país y todos debemos estar prevenidos de que no será un camino de rosa por el entorno antillano de las dificultades que atraviesan otras naciones cercanas que pese a la afirmación que no se buscará otro período presidencial siempre en el ánimo de un político joven pudiera despertarse y darle cabida a prolongar el sueño de su buen gobierno y pretender sacrificarse cosa que parece no es la meta del presidente Abinader decidido a entregar la banda presidencial a sucesor el 16 de agosto del 2028.