Los incendios forestales: una terrible amenaza para el territorio nacional

Los incendios forestales: una terrible amenaza  para el territorio nacional

“Por cada árbol que tu hacha derribe, por cada incendio que tu mano provoca, veras la tierra convertida en roca porque sin agua no existe la vida”.

Crecí oyendo este eslogan en la emisora radio Continental, el cual fue difundido tanto que nunca se me ha olvidado el mensaje y mi padre, agricultor por demás, hablaba con sus hermanos y amigos sobre la necesidad de cuidar los bosques.

Cuando todavía éramos una sociedad rural, nuestro componente energético era la leña y el carbón, tanto así que La ley 13 de Protección a la Economía Popular, que formó parte de la primera ley de protección al consumidor en la República Dominicana y también fue parte del paquete constitucional de 1963, regulaba el precio del carbón. Esa ley fue la que creó la Dirección de Control de Precios, sustituida en estos tiempos por la Ley 358-05 de protección de los derechos del consumidor.

En el año 1966, cuando surge el primer gobierno del presidente Balaguer, hubo la visión de que si se continuaba dependiendo del carbón y la leña, el país sería un desierto, por lo que entre sus primeras medidas fue generar un cambio drástico para sustituir los fogones de carbón por estufas de gas.

Esas medidas implicaron también el cierre de los aserraderos, porque la creciente población demandaría cada vez más madera para la construcción de viviendas y leña y carbón para cocinar los alimentos.

La política para cambiar el componente energético implicó la importación de estufas y tanques de gas de 25, 50 y 100 libras a precios subsidiados, para que el cambio se realizara de la forma menos traumática – en el orden económico- para los consumidores. También se cambió la madera por varilla y cemento para la construcción.

Pero estas medidas no solo fueron enunciadas, sino asumidas con todo el rigor, tanto así que fueron perseguidos y apresados todos los que fueran encontrados tumbando árboles para madera quemando carbón y cortando leña.

Todo esto contribuyó a detener la deforestación en este lado de la isla, mientras en el otro lado todavía tienen como componente energético la leña y el carbón. En Haití no quedan árboles y ya parte de este lado está amenazado porque ellos vienen a cortar y a comprar carbón. Están prohibidos los hornos de carbón, pero se exporta en franca violación a las leyes.

La frontera nuestra con el país vecino es imaginaria, ellos entran y salen, con documentos o sin documentos, le bastan unos cuantos pesos y entran como si fuera a sus casas.

Los incendios de los últimos días, que se atribuyen a la sequía, tienen que ver también con manos criminales. En las lomas de Blanco, en Bonao, fue quemada una montaña entera, dicen los vecinos que fue un haitiano que le “pegó fuego”, se fue del lugar y nadie lo ha visto

En Los Haitises los fuegos no son casuales, lo hacen de manera intencional para luego sembrar yautía. Esa es una vieja historia que se repite en épocas de sequía.

La política de protección de los bosques debe ser revisada y declarar como tragedia la quema de los mismos y asumir con rigor la defensa de ese patrimonio si no queremos vernos sin agua de manera definitiva. En la cercanía del fuego de Bonao nacen cerca de 28 ríos del país, por eso el ingeniero Domingo Marte la llamó La madre de las aguas.

La defensa del territorio debe declararse como prioridad nacional y acompañarla de medidas drásticas de coerción. Si no es así seremos un desierto en muy poco tiempo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas