Los incuestionables méritos de Hatuey

Los incuestionables méritos de Hatuey

Es injusto y hasta una barbaridad regatear los grandes aportes hechos por el Lic. Hatuey Decamps Jiménez al proceso democrático dominicano durante más de medio siglo y sus sistemáticas luchas a favor de la libertad y la justicia social del país.

La historia de la democracia nacional después del ajusticiamiento de Trujillo no puede escribirse sin el nombre en primera plana de Hatuey, una figura emblemática de la política criolla, fundamentalmente del Partido Revolucionario Dominicano, donde en compañía del Dr. José Francisco Peña Gómez encabezó todas las jornadas heroicas en favor de las libertades públicas y los derechos humanos durante el llamado régimen de los doce años de Joaquín Balaguer.

El Lic. Hatuey Decamps dirigió la famosa lucha por el medio millón para UASD en su condición de secretario general de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), que ha sido en términos históricos la movilización de mayor impacto territorial porque abarcó todas las escuelas y liceos públicos del país en forma simultánea, pero también colegios privados e instituciones de enseñanza religiosa, fenómeno que fue reeditado por la lucha del 4% para la educación.

En el PRD Hatuey ha ocupado los principales puestos desde la secretaría general hasta la presidencia, y jugó un papel determinante en las victorias de esa organización: la del 1978 con Antonio Guzmán Fernández, siendo su jefe de campaña; la del 1982 con Salvador Jorge Blanco ocupando igual posición, y la del 2000 con HipóJito Mejía, dirigiendo la maquinaria partidaria y la jefatura de campaña; lo mismo hizo con la denominada coalición el Acuerdo de Santiago en 1974 y el Acuerdo de Santo Domingo en 1994-96, cuyo candidato presidencial, el Dr. José Francisco Peña Gómez, fue víctima de un gigantesco fraude electoral.

Derrotar a Joaquín Balaguer y su intolerante gobierno de los doce años no era tarea fácil y Hatuey se cubrió de gloria con Peña Gómez liderando ese difícil proceso. Cuando presidió la Cámara de Diputados rescató el prestigio y la institucionalidad de ese importante poder del Estado, mientras que siendo una especie de súper ministro le renunció al Presidente Salvador Jorge Blanco, en desacuerdo con algunos aprestos reeleccionistas que afortunadamente no cuajaron, en un gesto de valor y decoro.

A raíz del intento reeleccionista de Hipólito Mejía en el 2004, Hatuey pudo dar eso como un hecho consumado y quedarse con la presidencia del PRD y no lo hizo por un asunto de principio y coherencia política.

La historia de un dirigente de esa extraordinaria trayectoria en favor de las mejores causas del país no debe ser tergiversada por conveniencias e intereses coyunturales, y mucho menos tratar de menoscabar o disminuir la estatura de su figura ni la enorme trascendencia de su legado: Hatuey Decamps es un ícono y una verdadera reserva de la política nacional.

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