Los estrategas del quehacer peledeísta en los pasados 12 años han ido moldeando y condicionando la conducta de los dominicanos con un trabajo brillante para aplacar inquietudes y convertirnos en una sociedad resignada a su destino, y siendo supuestamente el país más feliz del Hemisferio, nos han sumergido en un dejar hacer para que sean los egocéntricos políticos del PLD que nos dirijan, y a su antojo, ejecuten todas las travesuras inimaginables.
Por eso resulta interesante el pregón de las pasadas semanas de que los tapones en las calles y el alza del precio de la carne de pollo son los mejores indicadores del desarrollo de un 7% anual según el Banco Central, demostrando la solidez del mismo pero sin derrame social, ya que el grueso de la población se supone tiene mayores ingresos, se sobrecarga la nómina estatal con más de 390 mil ciudadanos, y por tanto, pueden acceder a un vehículo como lo demuestran las exitosas ferias de ventas de vehículos que se llevan a cabo, y que la escasez del pollo, es por la abundante demanda de alimentación de la ciudadanía por mayores ingresos, y por ende, hay un mayor acceso al mercado.
Esos novedosos índices del crecimiento no dejan de tener impacto, ya que los dominicanos somos incrédulos de casi todas las estadísticas oficiales, que la recibimos con un grano de sal y siempre se creen que son acomodadas a los propósitos oficiales de vernos muy prósperos y lideramos el desarrollo continental, pese a que vivimos en medio de la basura, de precariedades, apagones interminables, delincuencia incontenible y de una pobreza que nos golpea a diario al ver la titánica lucha del gobierno para enfrentar el mayor problema habitacional que se originó por la complacencia e irresponsabilidad oficial de muchos años, entonces el gobierno de turno permite por politiquería la invasión de miles de personas para asentarse en las márgenes de los ríos Ozama, Isabela, Yaque del Norte y de numerosos más y luego, para ganar adhesiones electorales, asume la obligación de asentarlos en lugares más seguros como el caso de la Nueva Barquita.
No cabe dudas de que es muy efectivo medir el desarrollo por los tapones y menos desempleo, así como por la escasez de pollos por su demanda explosiva de bienes que sirven mejor a los efectos de los tejedores de imágenes del PLD, que gastan millones de pesos en una agobiante propaganda que inunda todos los medios de manera que no hay una hora del día en donde no se esté proyectando, leyendo o emitiendo un spot propagandístico del gobierno, de sus bondades y de su maravillosa obra, ahora a la caza del gran premio del 15 de mayo.
Mientras las elecciones generales del próximo mes de mayo se veían muy lejos, el gobierno disfrutaba de increíbles índices de aceptación con un crecimiento que se consolidaba, aun con tremendos abismos sociales en cuanto a las desigualdades y la marginalidad de tantos dominicanos.
En ese entonces las acciones oficiales para la divulgación de sus éxitos eran muy sencillas para mantener ese criterio de una amplia popularidad, que ni siquiera la tímida oposición podía hacerle mella, pero por la volubilidad e inconstancia de los afectos humanos, ese andamiaje de una popularidad por las nubes, ha experimentado el descenso tal como lo establecían los expertos que tal cosa sucedería cuando se introdujo la reelección comprada con las medidas deshonestas de comprometer a los congresistas asegurándole la continuidad en sus curules como la única opción del PLD para asegurarse su permanencia en el poder más allá del 2016.
Incluso, la novedad de establecer que los tapones, la carencia de la carne de pollo y la demanda de vehículos son los mejores indicadores del crecimiento del país, es de una gran imaginación y hasta nos hace olvidar que cada día el acudir a un supermercado resulta traumático por el alza continua de los precios y más ahora con el aumento del 3% del ITBIS y de ver cómo el precio del dólar ronda los niveles aquellos del 2002 cuando al PRD casi se le derrumbó el gobierno con el destape de los graves problemas bancarios que llevaron a la quiebra a tres de ellos que supuestamente eran los pilares soportes de la economía.