Los indignados de Brasil

Los indignados de Brasil

El vastísimo movimiento de protestas que mantiene en vilo a Brasil ha consternado la clase política de ese país, al Partido de los Trabajadores que detenta el poder y de manera particular, a la presidenta DilmaRousseff. La mayoría de quienes tratan de explicar el fenómeno, creen ver en esas protestas una crisis del modelo brasileño. Creo que además que eso, el fenómeno expresa una crisis de la política en sentido general.

Con algunas acciones de significativo calado, la actual  Presidenta que no olvida sus viejos valores de justicia e igualdad de los tiempos heroicos, de los que ella fue una emblemática protagonista, ha dado muestra de que entiende la equidad social es incompatible con un sistema político sostenido por una clase política que basa su poder en una estructura de corrupción, de la cual su propio partido en la década que lleva en el poder la ha potenciado.

En el plano económico, se han construido grandes infraestructuras para el desarrollo en general y las últimas, las industrias del ocio y del tiempo libre, por los estándares de costos para hacerlas, mantenerlas y tener acceso a su libre disfrute ha marginado a un amplio segmento de la población. La queja de la Rousseff, cuando decía: «no he visto ni un negro en el estadio de Salvador de Bahía”, una ciudad en la que el 80% de la población, y quizás más, lo es», constituye un ejemplo.

Las protestas de los indignados no son solo contra la no pertinencia de esas inversiones ni contra el aumento del costo del transporte urbano, sino también contra un sistema político que por su forma rechaza, pero, desafortunadamente, sin que estos tengan idea alguna sobre otro que sea alternativo. Como el movimiento de la gran revolución cultural en la Europa de los 60, que surgió de la revolución social y la recuperación económica de la post guerra, los indignados brasileños surgen en el contexto de un gobierno que ha logrado una situación de desempleo prácticamente cero y que ha incorporado a los servicios a millones de excluidos.

Una aparente paradoja política a la cual el gobierno no tiene una clara  respuesta, como tampoco tiene el movimiento una propuesta de carácter colectivo que vaya al centro de la cuestión política. Como en mayo del 68 y el M15 español, grandes grupos de individuo se revelan contra un orden social y político sin propuestas y marginándose de ese orden.

Esa circunstancia determina una recuperación del sistema, sin que se apaguen definitivamente los movimientos de protestas. Las mediaciones políticas manifiestan agotamiento, pero los grupos que no se reconocen en el sistema mantienen una diversidad de demandas generalmente no colectivas, sino individuales, que Hobsbawm llama individualismo libertario. Es la crisis de la política.

Un círculo vicioso que han comprendido los principales líderes del movimiento estudiantil chileno, planteándose superarlo en el plano de la política, presentándose como candidatos en las próximas elecciones congresuales y municipales en listas independientes y de partidos. Como solución quizás sea insuficiente, pero constituye un serio intento de romperlo, un planteamiento del problema que ojalá sea tomado en cuenta por los indignados de Brasil y del mundo.

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