Los indignados del Guayacán

Los indignados del Guayacán

En 2006, durante la campaña electoral legislativa y municipal, el presidente Leonel Fernández se entrevistó con el párroco de Ocoa, padre Louis Quinn. En su afán electorero, Fernández prometió treinta obras de construcción que aquella región necesitaba desde siempre.

Primera en la lista estaba la carretera que une a la común cabecera de la provincia con la carretera Sánchez, vale decir, con la civilización. Un año después, el padre Louis murió y el presidente Fernández decretó un día de duelo nacional. Pero la carretera siguió siendo vía imposible de aprovechar por una región que produce el 35% de los vegetales que consume República Dominicana.

Ahora, iniciando el mes de noviembre de 2011, más de cinco años después de hechas las incumplidas promesas presidenciales, los ocoeños decidieron reparar por cuenta propia los 39 puntos críticos de su carretera principal. De esta manera, la ciudadanía de San José de Ocoa ostenta ante el mundo una nueva forma de mostrar indignación ante la indiferencia del gobierno nacional. Muestra que la mejor forma de manifestarse es demostrando la ineficacia de un gobierno que los ignora. Trabajan y hacen con sus propias manos lo que el pueblo necesita para progresar y no esperar que les llegue el maná politiquero desde el Palacio Presidencial, donde sólo entienden el lenguaje de los enormes préstamos internacionales para construir obras ineficaces.

Más de 50 organizaciones indignadas de Ocoa expresaron que se unirían a los trabajos y realizarían con sus propias manos las tareas necesarias para la reconstrucción de la carretera. Convocaron entonces un convite, tal como les enseñara el padre Louis Quinn. Así iniciaron el pasado martes 1 de noviembre de 2011 los trabajos de reparación y bacheo. Según la evaluación inicial, para acondicionar la vía se invertirían unos 8 millones de pesos, suma solicitada desde tiempo atrás y nunca respondida por el Ministerio de Obras Públicas.

Además, las entidades convocantes decidieron realizar un maratón por las emisoras locales de radio y televisión para recaudar fondos, materiales y equipos, que ayudaría a resolver los problemas más urgentes de la carretera. Fue entonces cuando el gobierno reaccionó al saber que la crisis de esa provincia sería difundida a través de los medios de comunicación. Ellos, que sobornan periodistas y comunicadores al por mayor, paniquearon al presentir que en medio de la actual campaña electoral se multiplicarían las consecuencias de su indiferencia.

Una comisión de empleados de Obras Públicas, sin jerarquía para tomar decisiones importantes, se presentó dos días después. Llevaban algunos equipos pesados, camiones con asfalto y brigadas de obreros, aparentemente dispuestos a asumir los trabajos. Los indignados de Ocoa, quienes ya laboraban intensamente en la reconstrucción, expresaron a los delegados gubernamentales que para asumir los trabajos tendrían que firmar un compromiso con todas las entidades involucradas que los obligara a terminar las reparaciones en este mismo mes de noviembre. Concediéndoles el beneficio de la duda, los indignados aceptaron el compromiso de los representantes políticos, a sabiendas de que las decisiones definitivas son siempre tomadas por funcionarios apoltronados en la capital, movidos por intereses que nada tienen que ver con el bienestar de los ocoeños. Prueba de esto es que las obras de Ocoa no han sido incluidas entre las inversiones públicas de infraestructura proyectadas para el año 2012.

Este es un magnífico momento para recordar a Guayacán, el padre Louis Quinn quien decía: “¿De qué vale que nosotros hagamos invernaderos comunitarios si luego los productos se pierden por falta de caminos? Después de pasarnos largos años reforestando y conservando las montañas de la cuenca del río Nizao, ahora no tenemos derecho a disfrutar de luz eléctrica, la cual debíamos recibir gratis por ser dueños de las aguas que la generan y porque, además, llenan el acueducto de la capital”.

Es una verdadera lástima que el padre Louis no llegara a ver en buenas condiciones una carretera que sirviera al pueblo que más amó. Peor aún, sus restos mortales tuvieron que ser llevados dando tumbos entre baches y precipicios porque el gobierno considera que los ocoeños no merecen tener una vía transitable.

El presidente Fernández parece haber olvidado totalmente a Juan Bosch, pero los indignados de Ocoa nunca olvidarán al Guayacán, padre Louis Quinn.

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