Los insurgentes haitianos de Guy Philippe avanzan hacia Puerto Príncipe

Los insurgentes haitianos de Guy Philippe avanzan hacia Puerto Príncipe

PUERTO PRINCIPE, Feb 27 (AFP) – Los insurgentes armados de Guy Philippe tomaron este viernes una nueva ciudad, Mirabalais (57 km al norte de la capital), que marca su avance hacia Puerto Príncipe, en momentos que Canadá se suma a Estados Unidos y Francia para presionar al presidente Jean Bertrand Aristide a abandonar el poder.

Esta nueva toma, una ciudad de 140.000 habitantes, presiona aún más al presidente Aristide, quien perdió el apoyo de Washington, París y Otawa, cuando las Naciones Unidas estudia el envío de una fuerza multinacional, atendiendo al reclamo de las naciones del Caribe formulado el jueves ante el Consejo de Seguridad.

El mandatario haitiano reafirmó ese mismo día su voluntad de mantenerse en el poder hasta el 2006, cuando constitucionalmente culmina su mandato, declaró a CNN.

Francia lanzó este viernes un llamamiento a los haitianos para que instauren «un gobierno de unión nacional» sin el presidente Jean Bertrand Aristide, declaró el portavoz del ministerio francés de Relaciones exteriores, Hervé Ladsous, después de finalizar una reunión de una hora entre el ministro francés de Relaciones exteriores Dominique de Villepin y su homólogo haitiano Joseph Philippe Antonio.

Los insurgentes del Frente de liberación rebelde haitiano dirigido por Guy Philippe se apoderaron esta madrugada de la ciudad de Mirebalais, declaró un periodista haitiano a la AFP.

Por el momento se ignora si este ataque causó víctimas. Un intenso tiroteo se escuchaba en Mirebalais, que es junto a la ciudad de Saint Marc (96 km al norte de la capital), uno de los últimos cerrojos estratégicos para alcanzar Puerto Príncipe.

En Saint-Marc, última ciudad del norte del país bajo control de la policía fiel al presidente Aristide, la situación era de calma, según otro periodista local consultado por la AFP.

Los insurgentes liberaron en Mirebalais a 67 prisioneros, que abandonaron sus celdas con los colchones bajo el brazo y varios gritaban «Viva la armada», mientras que la población se mantenía en sus casas.

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