Los jóvenes de la Plaza

Los jóvenes de la Plaza

Una robusta representación de la juventud dominicana en el 176 aniversario de la Independencia nacional reivindicó el trabucazo de Ramón Mella de 1844 y los ideales que animaron al Patricio Juan Pablo Duarte a la creación de la Nación dominicana. Bajo un sol ardiente miles y miles de dominicanos expresaron su decisión de luchar por la profundización de la democracia, por terminar con la corrupción y la impunidad y por el respeto a la Constitución, las leyes y en general a las instituciones del país. La Juventud confía en que podemos ser un mejor país para todos los dominicanos y dominicanas.
Una juventud decidida a que las cosas cambien para bien está plantada y dispuesta a luchar para detener las prácticas electorales fraudulentas, señalar a los corruptos vengan de donde vengan, hacer valer los derechos del pueblo a la protesta pacífica, pero garantizando que la voz popular no sea difuminada en rendiciones de cuentas acomodaticias ni en tibias medidas orientadas a cortar la soga por la parte más delgada para que supuestamente todo vuelva a la “normalidad”.
Esa Juventud escogió el lugar preciso que es la Plaza de la Independencia, pues frente a la misma está la Junta Central Electoral, que es el órgano esencial del Estado que debe garantizar la legalidad y la legitimidad de la elección de las nuevas autoridades que deben asumir la conducción del Estado dominicano. En esa Plaza, donde ondea nuestra bandera, la juventud dominicana testimonió su decisión de reivindicar a Juan Pablo Duarte y reclamar de la clase política nacional un compromiso con la dominicanidad y los principios que dieron origen a la República.
Además de ser una masiva manifestación y de tener expresiones artísticas y culturales, el Trabucazo de este 27 de febrero se convirtió en un nuevo grito de independencia contemporáneo en el que nuestros jóvenes expresaron la profundidad de su compromiso con una nueva República. Fue un llamado a la buena política duartiana basada en el compromiso, la honestidad, la idoneidad y la justicia.
De múltiples maneras, pero especialmente en las pancartas y el micrófono abierto, nuestra juventud dio claras señales de su disposición de luchar hasta las últimas consecuencias para que concluya el reinado de la vieja política mañosa, clientelista, corrupta y anticiudadanía; para dar paso a la “ciencia más pura y más digna que pueden albergar las inteligencias nobles”, como la concibió Juan Pablo Duarte.
El trabucazo de los Jóvenes de la Plaza es un gran llamado a la conciencia nacional y al mundo, para convertir la vergüenza del 16 de febrero en una oportunidad para cambiar el rumbo de la nación. Con métodos de resistencia pacífica e inteligencia se está demostrando la capacidad de resiliencia de una sociedad que quiere paz y seguridad, que quiere trabajo y oportunidades para sus ciudadanos, que quiere preservar y desarrollar sus recursos naturales y que se siente comprometida a enfrentar sus problemas institucionales con más democracia y más participación y que espera más capacidad y responsabilidad de sus autoridades para encarar los grandes desafíos del presente y el futuro.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas