Los Juegos Olímpicos son costosos

Los Juegos Olímpicos son costosos

LONDRES. AFP. Pekín, Londres, Sotchi, las últimas ediciones contemporáneas podrían hacer creer que los Juegos Olímpicos son fatalmente costosos para las ciudades sede, pese a la medida de reducción de gastos adoptada por el Comité Olímpico Internacional (COI) en 2003.  

Alrededor de 12 mil  millones de euros para Londres este año, cerca de 40 mil para Pekín en 2008. Sin hablar de los 24 mil millones estimados para la edición de Sotchi-2014 de los Juegos de invierno, los más caros de la historia en esa época.  

La inflación queda patente desde los modestos Juegos de Sídney-2000, que costaron «apenas» 4 mil millones.   Pero el costo desmesurado de los Juegos, usualmente imputado a las exigencias del COI, frecuentemente es el resultado de gastos derivados de las ciudades sedes.  

Interrogado en 2008 sobre la factura pequinesa, el presidente del COI, Jacques Rogge, indicó a la AFP: «En Pekín, el primer aeropuerto alcanzaba sobradamente y no pedimos nada más. Lo mismo para el quinto boulevard circular. Pero los Juegos son un medio para concretar en dos o tres años inversiones que normalmente se escalonan en 20 años». 

El presupuesto olímpico está compuesto de tres partidas, controlado por el Comité local de organización (COJO).Su primera parte es la operacional, que cubre la estadía de los deportistas, el funcionamiento de los estadios, los transportes, la comida, las construcciones temporarias.  

Este varía según el costo de vida el país organizador, pero ronda los 2 mil  millones de euros y desde 1984 da réditos gracias a la boletería y los derechos de márketing y televisión.   La segunda parte reagrupa a todas las infraestructuras (deportivas, estadios, villa, centros de prensa), temporarias o definitivas, necesarias para la quincena olímpica.  

Su impacto sobre las finanzas públicas depende a la vez del estado de equipamiento de la ciudad sede y de la participación de los inversores privados. Atlanta (1996) y Los Ángeles (1984), por ejemplo, habían construido muy poco, en contraposición con Sídney y Atenas (2004).

La tercera y última partida presupuestaria, que asume el Estado o la ciudad sede, es la más complicada de manejar para el COI, que en 2003 adoptó 117 medidas para que la tendencia del gigantismo tenga techo.  

Por ejemplo, hay un tope de 10 mil 500 deportistas por Juegos y de 28 disciplinas.   Dick Pound, autor del catálogo de reformas, estima que «los mejores libros de ficción que haya leído son los proyectos de ciudades candidatas a los Juegos».  

«Sí, el COI intenta controlar los costos. Pero si una ciudad quiere aprovechar los Juegos para remodelar todo su metro, construir la mitad de sus barrios, no se puede hacer nada», estima Gilbert Felli, director ejecutivo del COI, mencionando el proyecto de Rio de renovar su centro con motivo del Mundial-2014 de fútbol y los Juegos-2016.  

Una evolución del proyecto que no formaba parte del expediente de la candidatura. «Va a ser extremadamente costoso, pero el COI no tiene injerencia», dice, pese a la contradicción que supone que el COI haya acordado los Juegos de invierno 2014 a la rusa Sotchi, ciudad balnearia sin equipamiento de montaña.  

«Lo que podemos hacer es bajar la capacidad de los estadios, aconsejar que construyan temporario y no permanente», apunta Felli recordando el caso de Atenas.   «Los aeropuertos, las rutas, el metro son éxitos.

Lo que causa problema es el resto, construyeron definitivo en lugar de temporario», agrega.  

A esas facturas se suma el costo cada vez más alto de la seguridad, sobre todo después de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, que costará 688 millones de euros a Londres.

En estas condiciones, la mayor parte de las ciudades del planeta quedan fuera de carrera. Nada menos que Roma lo hizo notar al bajarse de la candidatura para 2020 por problemas económicos.  

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