Los juguetes bélicos

Los juguetes bélicos

JESUS DE LA ROSA
Además de juguetes creativos, suelo regalarles a mis nietos los días de reyes reproducciones a pequeñas escalas de armas y de otros instrumentos de guerra. Este año, tenía pensado comprarle a cada uno, además de una guitarra eléctrica, un rompecabezas y un juego de ajedrez, imitaciones de fusiles, de pistolas, de blindados y de aviones de combate.

Para el pequeño Jesucito (el más agresivo de mis nietos) tenía reservada una reproducción exacta de un tanque alemán Panzer y una historieta para niños de la Batalla de Stalingrado escrita por el mariscal de campo G.K. Zhunkov.

Pero, no pude encontrar ni en el «Mundo del Juguete» ni en ninguna otro de las grandes jugueterías de la ciudad y de sus alrededores juguetes bélicos. Después de recorrer muchas tiendas, tuve que conformarse con comprarles a los hijos de mis hijos unas reproducciones de navíos de guerra y reservarme para mí la del portaaviones Charles de Gaulle.

¿Qué pasó? ¿Es que aquí está prohibida la venta de ese tipo de juguete?

No, la venta de juguetes bélicos aquí no está ni nunca ha estado prohibida.

Sucedió que funcionarios judiciales, periodistas y destacadas personalidades de la vida pública emprendieron toda una campaña en los medios de comunicación contra la venta de juguetes bélicos. Esos distinguidos ciudadanos les hicieron vehementes llamados a los dueños de las grandes jugueterías para que no ofertaran ese tipo de mercancía y a los padres y abuelos para que se abstuvieran de comprarla.

La doctora Roxana Reyes, Fiscal adjunta del Distrito Nacional, intervino en varias presentaciones televisivas para advertirse a los padres de familia acerca del daño que podrían causarles a los niños el jugar con juguetes imitaciones de instrumentos de violencia y de guerra.

Parecería que a esos distinguidos y respetables ciudadanos les asiste la razón mostrándose opuestos a la comercialización de juguetes bélicos.

Suponemos que aceptan como válido ese gran principio del educador ginebrino Jean Jacques Rousseau, el de que la naturaleza ha hecho al hombre feliz y probo, mientras la sociedad le deprava y lo hace miserable, por lo que temen que los niños, buenos por naturaleza, accionando con artefactos que simulan ser de guerra, se conviertan en malos y en potenciales destructores de vida y de bienes.

No obstante que entendemos que están equivocados, admiramos y respetamos a las personas que sostuvieron la exitosa campaña propagandística contra la comercialización de juguetes bélicos. Se trata de personas honorables que, aunque equivocados, se preocupan por el bienestar de los demás.

La disposición del niño de agredir al prójimo es tan natural como su disposición de querer y de compenetrarse con las personas de su entorno.

No compartimos la idea de asociar los juguetes bélicos con conductas agresivas. Sostenemos que esa clase de juguetes no les causan daños a los niños; y que, al contrario, contribuyen al equilibrio de su personalidad. A través de los mismos, el niño puede canalizar su agresividad sin causarles daños a sus amiguitos.

El hecho de que un niño disponga sólo de juguetes creativos no impedirá que no descargue su agresividad en alguien; en ese caso, podría suceder que en vez de hacerlo lanzándole agua a su compañerito con una pistola de agua, le lanzara una piedra o le diera una patada.

Los juguetes bélicos son tan útiles y necesarios como los creativos; la importante es saber orientar al niño en cuanto a su uso: hijo, aquí tiene un juego de ajedrez para que aprendas a pensar y un avión caza bombardero F86 para que aprendas a pilotear aviones (no hay sugerirle al niño que simule bombardear poblaciones indefensas).

Si desde el principio hubiésemos vivido en un mundo sin fronteras; si desde entonces no existieran dueños ni estados, ni ejércitos, el hombre jamás hubiera derramado la sangre del hombre; tampoco se hubiera inventado ni la bomba atómica ni la pistola de agua.

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