Los laberintos del pensamiento complejo. La complejidad de los designios

Los laberintos del pensamiento complejo. La complejidad de los designios

Dedicado a Patricia Gascón Muro, mi hermana mexicana

La teoría de sistemas y la cibernética se recortan en una zona incierta común. En principio, el campo de la Teoría de Sistemas es mucho más amplio, casi universal, porque en un sentido toda realidad conocida, desde el átomo hasta la galaxia, pasando por la molécula, la célula, el organismo y la sociedad, puede ser concebida como sistema, es decir, como asociación combinatoria de elementos diferentes…Podríamos decir, de la Teoría de Sistemas, que ofrece un aspecto incierto para el observador exterior, y, para aquel que penetra en ella, revela al menos tres facetas, tres direcciones contradictorias. Hay un sistemismo fecundado que lleva en sí un principio de complejidad…

Edgar Morín.

En esta parte del libro “Introducción al pensamiento complejo”, Morín se adentra en la problemática de la complejidad del ser humano. Un elemento interesante es que el pensador incursiona en lo que él denomina el “pensamiento cibernético y sistémico”, esenciales, decía, para comprender la complejidad.

Con relación a la Teoría de Sistemas afirma que hay dos: El sistema vago y plano, fundado sobre la repetición de algunas de sus verdades (holísticas) que no llegarán nunca a ser operantes. Y el segundo es el sistema de análisis, equivalente, decía, al sistema de la ingeniería cibernética, que es más fiable; y, lo más interesante e importante, transforma el “sistemismo” en su propio contrario, “es decir, como el término análisis indica, en operaciones reduccionistas”.

Afirma Morín que el análisis sistémico tiene los mismos aspectos que la cibernética. A su juicio, la virtud sistémica se puede resumir en tres aspectos, a saber:

1. Haber colocado en el centro de la teoría la noción de sistema, y no, como se había hecho, una unidad elemental; por el contrario, plantea una unidad compleja, un todo que no puede reducirse a la suma de sus partes.

2. Haber concebido la noción de sistema como una noción ambigua, no como algo formal ni noción real.

3. Y, finalmente, haberse colocado en el nivel transdiciplinario que permite concebir tanto a “la unidad como la diferenciación de las ciencias, no solamente según la naturaleza material de su objeto, sino también según los tipos y las complejidades de los fenómenos de asociación/organización. En ese sentido, el campo de la Teoría de Sistemas es, no solamente más amplio que el de la Cibernética, sino de una amplitud que se extiende a todo lo cognoscible”. (P.42)

Otra noción que plantea Morín en este capítulo es el llamado “Sistema Abierto”, que se basa en una noción termodinámica, en el cual el carácter primario permite circunscribir de manera negativa la noción de sistema cerrado, que no permite ni dispone de una fuente energética-material exterior a sí mismo. El sistema abierto, sigue explicando Morín, cuya existencia depende de la alimentación exterior, no solo material-energética, sino también organizacional-informacional. Esta afirmación implica:

1. La constitución de un puente entre la termodinámica y la ciencia de lo viviente

2. El surgimiento de una nueva idea que se opone a las nociones tradicionales de la física de equilibrio/desequilibrio, y que está más allá de una y otra, conteniéndolas, en un sentido.

Afirma el pensador francés que de estas ideas se desprenden dos consecuencias capitales: la primera es que de acuerdo a esta nueva visión, las leyes de organización de lo viviente no son de equilibrio, sino de desequilibrios, “retomado o compensado, de dinamismo estabilizado”. (p.44). La segunda consecuencia, y quizás la más importante, es que la inteligencia del sistema debe encontrarse no solo en el sistema en sí mismo, sino en su relación con el ambiente, más aún, esa relación no implica una simple dependencia, sino que es constitutiva del propio sistema. En palabras del propio Morín:

La puerta está, de allí en más, abierta hacia una Teoría de Sistemas auto-eco-organizadores, por cierto abiertos ellos mismos (porque lejos de escapar a la apertura, la evolución hacia la complejidad la acrecienta), es decir, de sistemas vivientes…

El concepto de sistema abierto tiene valor paradigmático… Se trata, de hecho, de producir una revuelta epistemológica a partir de la noción de sistema abierto…(pp. 45-46)

Pasa entonces a analizar el mundo cibernético. Afirma que la noción de información en la cibernética podría encontrarse en la Teoría de Sistemas. Considera que la información debe ser vista no como un ingrediente, sino como una teoría que llama a hacer análisis preliminares y autónomos. Afirma sin rubor que la información es una noción núcleo, pero a su vez problemática. De ahí, sigue diciendo, su carácter ambiguo: “No podemos decir casi nada de ella, pero tampoco podemos prescindir de ella… (P.47). Más adelante, Morín, después de hacer un análisis del carácter positivista de la ciencia, vuelve al tema de la información y afirma que:

El de la información es entonces un concepto que establece el lazo con la física, siendo, al mismo tiempo, el concepto fundamental desconocido de la física. Es inseparable de la organización y de la complejidad biológicas. Hace entrar a la ciencia al objeto espiritual que no podía encontrar lugar más que en la metafísica. Es una noción crucial, un nudo gordiano, pero como el nudo gordiano entreverado, inextricable. El de información es un concepto problemático, no un concepto-solución. Es un concepto indispensable, pero no es aún un con cepto elucidado y elucidante. Porque, el aspecto comunicacional y el aspecto estadístico, son como la pequeña superficie de un inmenso iceberg. El aspecto comunicacional no da cuenta para nada del carácter poliscópico de la información que se presenta a la observación ya sea como memoria, ya sea como saber, ya sea como mensaje, ya sea como programa, ya sea como matriz organizacional. (pp. 49-50)

Morín afirma que la estadística, que nos ofrece información numérica de las cosas y las situaciones, obvia, sin embargo, la perspectiva comunicacional, el sentido mismo de la información; reduciéndose al carácter probabilístico-improbabilístico de las cosas, sin dar importancia a la estructura de los mensajes, y, claro está, al aspecto organizacional. Por esta razón, afirma la información, tan importante en el mundo moderno, presenta grandes lagunas, pero sobre todo, grandes incertidumbres. Ante esta situación, Morín aboga por la antípoda de la ideología “informacional” que el mundo moderno defiende y promueve. Se necesita, dice, reinventar la información, hacerla sustantiva, más aún, convertirla en algo de la misma naturaleza, producto de la energía y la materia, a fin de regresar al concepto para transitar por los caminos que quería superar; ya que la información no es concepto terminal, sino que es concepto de punto de partida, pues solo revela un aspecto limitado y superficial de un fenómeno que es a su vez inseparable de la organización.

¡Qué pena que se nos agotó el espacio! Si continúo escribiendo, el amigo Bienvenido Álvarez Vega tendría que mutilar este Encuentro. Nos vemos en la próxima.

 

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