Los laberintos del pensamiento complejo. La complejidad y la ruptura de paradigmas

Los laberintos del pensamiento complejo. La complejidad y la ruptura de paradigmas

Dedicado a Patricia Gascón Muro, mi hermana mexicana

La Cibernética, la Teoría de Sistemas, la Teoría de la Información, cada una a su manera, del modo como acabamos de ver, en su fecundidad y, a la vez, en sus insuficiencias piden por una Teoría de la Organización…La organización, noción decisiva, apenas entrevista, no es aún, si se permite decirlo, un concepto organizado. Esta noción puede elaborarse a partir de una complejización y de una concretización del sistemismo, y aparecer todavía como un desarrollo, aún no logrado, de la Teoría de Sistemas; puede también decantarse a partir del organicismo, a condición de que haya limpieza y una modelización que haga aparecer a la organización en el organismo. Edgar Morín

Continuamos desmenuzando el libro introductorio al pensamiento de este hombre fuera de serie titulado “Introducción al pensamiento complejo”. En los artículos anteriores se nota se hacía una reflexión a la visión tradicional sobre la ciencia y en especial a la Teoría de Sistemas, a la Teoría de la Información y a la Cibernética.

En este artículo abordaremos la visión de Morín sobre la Teoría de la Organización. Polémico como es, afirmaba que la organización es una noción decisiva pero paradójicamente seguía siendo un concepto no muy “organizado”. Establecía una diferencia entre el organicismo tradicional y el organicismo necesario según la concepción del pensador. Afirmaba que el concepto de organicismo era, y es todavía, un concepto “sincrético, histórico, confuso, romántico. Parte del organismo concebido como totalidad armoniosamente organizada, si bien lleva en sí mismo al antagonismo y a la muerte”. (p.51)

Diferenciaba organizacionismo y organicismo. El primero no se esfuerza en revelar las analogías fenoménicas, sino que lo simplifica en la búsqueda de los principios organizativos comunes; el segundo no. Decía que el organicismo supone la organización completa y rica, pero a diferencia del organizacionismo, no la propone.

¿Y qué tiene que ver esta concepción con la complejidad? Lo primero es que la complejidad rechaza el organizacionismo que nos pretenden imponer. La idea de complejidad, afirma Morín, estaba en el vocabulario de la gente común, no así de los científicos. El término complejidad, cuando era utilizado llevaba consigo una connotación de advertencia al entendimiento; pero sobre todo una puesta en guardia de los intentos de simplificación, de reducción. Afirma en el texto que el término había surgido, sin ser mencionado, entre los científicos de la microfísica, pues “abría una noción más compleja, sorprendente, de la partícula elemental que se presenta al observador ya sea como onda, ya como corpúsculo”. (p. 58). Entonces, ¿qué es la complejidad? Morín la define:

Es un fenómeno cuantitativo, una cantidad extrema de interacciones e interferencias entre un número muy grande de unidades. De hecho, todo sistema autoorganizador (viviente), hasta el más simple, combina un número muy grande de unidades… Pero la complejidad no comprende solamente cantidades de unidades e interacciones que desafían nuestras posibilidades de cálculo; comprende también incertidumbres, indeterminaciones, fenómenos aleatorios. En un sentido, la complejidad siempre está relacionada con el azar…Pero la complejidad no se reduce a la incertidumbre, es la incertidumbre en el seno de los sistemas ricamente organizados. Tiene que ver con los sistemas semi-aleatorios cuyo orden es inseparable de los azares que incluyen. La complejidad está así ligada a una cierta mezcla de orden y de desorden, mezcla íntima a diferencia del orden/desorden estadístico, donde el orden (pobre y estático) reina a nivel de las grandes poblaciones; y el desorden (pobre, por pura indeterminación) reina a nivel de las unidades elementales. (p. 60)

A partir de entonces Morín se refiere a la complejidad y la Cibernética, respondiendo así a una inquietud que me surgió cuando leía todo este texto. Afirma que cuando la Cibernética reconoció la complejidad fue para rodearla, ponerla entre paréntesis, pero sin negarla: “Era el principio de la caja negra (black box); se consideraban las entradas en el sistema (inputs) y las salidas (outputs), lo que permitía estudiar los resultados del funcionamiento de un sistema, la alimentación que necesitaba… sin entrar, sin embargo, en el misterio de la caja negra”. (p. 60).

Afirma que el problema teórico de la complejidad es la posibilidad de entrar en las “cajas negras”; es decir, considerar en el análisis la complejidad organizacional y la complejidad lógica. Esto implica algo muy esencial: revertir las perspectivas epistemológicas del saber científico. Esto implica que la lógica no es ir de lo simple a lo complejo; sino de lo complejo hacia lo más complejo, pues lo simple no existe, porque es un aspecto entre muchas complejidades (microfísica, macrofísica, biológica, psíquica, social).

Así pues, se está planteando una revolución que implica una ruptura de todas nuestras viejas concepciones. Estamos hablando de una ruptura con el gran paradigma de la certeza que ha defendido la ciencia occidental. Significa pues, que la complejidad rompe con todo un sistema de pensamiento, afectando la ontología, la metodología, la epistemología, la lógica, y en consecuencia, a la sociedad y a la política, como afirma Morín:

La Ontología de Occidente estaba fundada sobre entidades cerradas, como ser la sustancia, la identidad, la causalidad (lineal), el sujeto y el objeto. Esas entidades no se comunicaban entre ellas, la oposición provocaba la repulsión o la anulación de un concepto por el otro (como sujeto/objeto); la realidad podía entonces ser englobada mediante ideas claras y distintas. En ese sentido, la metodología científica era reduccionista y cuantitativa. Reduccionista, porque hacía falta llegar a unidades elementales incapaces de ser descompuestas que las únicas capaces de ser englobadas en forma clara y distinta; cuantitativa porque esas unidades discretas podían servir de base a todas las computaciones. (p. 82)

Morín afirma que para comprender el problema de la complejidad, hay que conocer el paradigma de la simplicidad; el cual pone orden al universo, y persigue el desorden. El orden, en esta concepción, se reduce a una ley o a un principio. La simplicidad ve lo uno y ve lo múltiple, pero es incapaz de ver que lo uno podría ser también múltiple. El principio de la simplicidad separa lo que está ligado o unifica lo que es diverso, propiciando así un reduccionismo espantoso. Así, con esta vocación de simplificación, el conocimiento científico tenía como misión develar la simplicidad oculta detrás de la multiplicidad aparente.

¡Qué interesante, complejo y provocador es el pensamiento complejo! Se nos agotó el espacio. ¿Les ha gustado? ¿Les parece interesante? A mí, además de aprender, me ha puesto a reflexionar. Nos vemos en la próxima.

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