DONALD GUERRERO MARTÍNEZ
Se han cumplido el día 12 de este mes cuarenta años de la fundación del Club de Leones Santo Domingo, luego Central. A la fundación, efectuada en el Club Unión, o mejor decir, en lo que de él quedaba, la precedieron varias reuniones de personalidades de la sociedad dominicana de entonces, que recibieron informaciones del Leonismo Internacional.
Enrique Lugo Silva, gobernador 1964-1965 del Distrito 51 de Puerto Rico, y Jorge Bird, tercer vicepresidente de la Asociación Internacional de Clubes de Leones, se tienen como promotores de la incorporación del país a la organización. Los primeros contactos se tuvieron con el educador Luis Alfredo Duvergé y Alfredo Leschhorn, gerente local de Caribair, que presidió la primera junta directiva del Club. Bird tenía intereses comerciales en Caribair.
Había habido a mediados de los años 40 del siglo pasado el propósito de fundar un Club de Leones en La Vega. Surgió entre los jóvenes intelectuales veganos integrantes de la sociedad cultural Los Nuevos. La solicitud enviada a la Asociación fue respondida con la información de que la iban a conocer en la reunión de la junta de directores de enero siguiente. No hay certeza de la trataran en ese enero, ni después.
El Club de Leones Santo Domingo quedó oficializado el 18 de diciembre siguiente, con la entrega de su Carta Constitutiva por el presidente internacional Claude M. de Vorrs a Leschhorn. Horas antes, de Vorrs había entregado la del Club de Leones del Madrid de «Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios». Al momento de recibirse dicha carta, se había formado otros seis Clubes. Fueron Santiago, La Vega, Naco, Barahona, Ozama y Luperón. Los siete clubes eran suficientes para crear un distrito provisional. Lo hizo De Vorrs, y designó al ingeniero Manuel Mena Blonda como gobernador, asignándole al distrito la letra R como identificación.
El distrito se expandió rápidamente. Los Clubes de San José de Ocoa, Baní y San Pedro de Macorís se fundaron en enero 1965. En marzo siguiente, San Cristóbal, San Juan, Arroyo Hondo, Puerto Plata, Bonao, Ciudad Nueva, Imbert y Jarabacoa. Pero se detuvieron en abril, por los sucesos políticos que se desataron la tarde del 24 de ese mes. El Leonismo quedó envuelto por la indiferencia y el decaimiento hasta julio de 1966. Las autoridades distritales del período 1966-67 le dieron nuevos impulsos. En agosto de ese año se fundó el de Hato Mayor y el octubre el de El Seibo. De enero a junio 1967 quedaron formados los de Azua, Ingenio Quisqueya. La Fe, San Juan, Salcedo, Elías Piña, Las Matas de Farfán, San Carlos, Cotuí, Neiba y San Francisco de Macorís.
En 1968-69, sólo dos Clubes, La Romana e Higüey. El gobernador del período tuvo quebrantes de salud que lo desvincularon de sus obligaciones.
Entre las actividades de servicio a la comunidad de los primeros tiempos se cuentan la escuela de El Tamarindo, de Ozama, el Banco de Ojos del Hospital Luis Eduardo Aybar, de Arroyo Hondo, los semáforos instalados por Ozama en las esquinas Venezuela y Sabana Larga de la Autopista Las Américas, una escuela en Hato Mayor, un parque infantil en La Fe y los donativos de equipos a hospitales, la Escuela Nacional de Ciegos y la Liga Dominicana contra el Cáncer.
Esas realizaciones fueron base para que el prestigio del Leonismo fuera arraigándose. Desde hace varios años todo cambió. Para peor. Cual cantaba Miguel Aceves Mejía, puede decirse que «yo tenía un chorro de voz/, yo era dueño del falsete/, pero de aquel chorro de voz/, no más me queda un chisguete».
De todos modos, como «donde hubo fuego cenizas quedan», el Leonismo local vive y colea. Y seguirá. Siempre habrá quien lo impulse.