Lima, Perú.- El gusto del libertador Simón Bolívar por los muebles y vinos franceses, así como el escritorio que usaba el general José de San Martín en su despacho en Lima son compartidos en la exposición abierta desde esta semana en la casona que ambos habitaron en el siglo XIX.
San Martín y Bolívar son figuras fundamentales en el proceso de emancipación del Perú y gobernaron consecutivamente en Lima desde el grito de la independencia dado el 28 de julio de 1821. Los libertadores se afincaron en una amplia casona en el antiguo distrito de la Magdalena Vieja, hoy Pueblo Libre, que perteneció al penúltimo virrey Joaquín de la Pezuela y que fue expropiada, tras la independencia, explicó a Efe la historiadora Scarlett O’Phelan.
El general San Martín convirtió la casona en su palacio residencial, entre 1821 y 1822, y prefirió trabajar allí en su propio despacho, en lugar de hacerlo en la llamada Casa de Pizarro, como es conocido el Palacio de Gobierno, en el centro de Lima. “Tanto San Martín como Bolívar tuvieron su despacho en la Quinta de los Libertadores, ellos iban esporádicamente al Palacio de Gobierno en el centro de Lima, (pero) pasaban la mayoría del tiempo en la quinta de Magdalena y desde ahí despachaban, escribían cartas, manifiestos y decretos”, explicó O’Phelan, que estuvo a cargo de la curaduría de la exposición.
El Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú se levanta en un ambiente contiguo a la quinta de los Libertadores, y a partir de este mes ha abierto diez ambientes en la casona con una detallada explicación sobre el proceso de la independencia y la forma cómo vivieron San Martín y Bolívar en aquella residencia.
Dado que Bolívar vivió en ella más tiempo, de 1823 a 1826, el libertador ocupó parte de su tiempo en amueblarla con sofás y sillas franceses, una amplia cama con dosel y cortinas de raso, y una lujosa vajilla inglesa que sirvió para atender los banquetes y reuniones que solía dar en la quinta. “Hemos tenido la suerte de contar con el inventario de bienes que dejó Bolívar antes de partir del Perú en 1826. Ahí él describe con mucho detalle qué cosa hay en cada sala, tanto muebles como objetos, si las salas tienen alfombras, si están empapeladas, la descripción es muy detallada”, señaló la historiadora.
Uno de los espacios más atractivos de la casa es la sala de tertulias, donde se reunían los invitados a hablar de literatura, pero también de política “y muchas veces a conspirar”, dijo O’Phelan. Entre el mobiliario están dos sofás de crines de caballo y dos sillas francesas que figuraban en el inventario de Bolívar.
En esa sala también se han colocado esculturas hiperrealistas con personajes que participaron en estas reuniones como un sacerdote, un militar, un criollo y dos damas de sociedad “porque la que administraba ese tipo de tertulias era siempre la dueña de casa”, señaló.
Aunque los escritos de Bolívar no aluden a la presencia de Manuelita Sáenz, la amante del libertador, “se supone que ella vive ahí”, afirmó la historiadora, y participaba en las fiestas que daba en un comedor de 24 sillas, haciendo uso de una vajilla muy numerosa y una despensa muy copiosa, con víveres, jamones y mucho vino francés.
La exposición inaugurada en Lima incluye un vídeo sobre la participación política de Manuela Sáenz en el proceso de independencia peruana, así como de las rabonas y montoneros, como representantes de los sectores populares en el proceso de emancipación.
En su momento, Bolívar invirtió dinero en mejorar la casona, darle una buena iluminación, compró sofás, arregló las sillas francesas que existían en ella, así como una loza inglesa de tonos azules que parecía destinada a los banquetes.
En su dormitorio, los visitantes pueden ver su cama con doseles y las cortinas de raso blanco que solía tener. El museo también tiene una colección de lienzos de José Gil de Castro, uno de los más importantes retratistas de los libertadores, con lienzos de Bolívar y San Martín, así como de la batalla de Ayacucho y una alegoría a la muerte de Bolívar, que forman parte de la exposición