Las preocupaciones de importantes figuras del PRD por la situación que atraviesa el principal partido de oposición, manifestadas a través de artículos y comentarios, son justificadas y de alguna manera tratan de brindar salidas a lo que algunos demonizan crisis interna; sin embargo, lo que ocurre en dicho partido no se soluciona tratando de desplazar a los líderes que mantienen polarizada la organización.
Los liderazgos, cual que sea el adjetivo calificativo puesto que hay diversos tipos, no se sustituyen por simples decisiones individuales o grupales. Los liderazgos existen por diversas causas y son realidades por encima de los mejores y bien intencionados deseos de los preocupados.
Las organizaciones políticas cuentan con dirigentes que por sus condiciones, accionar y participación se convierten en líderes con mayor o menor arraigo e influencias. Lo importante para los partidos con vocación de poder es crear las bases o los parámetros por donde deban conducirse, y a todo aquel que rebase los límites establecidos, aplicarle las medidas de corrección debidas para obligarlos a retornar al cauce normal, o de lo contrario que ellos mismos se excluyan, o los excluyen.
El problema del PRD no se va a solucionar revolcándose constantemente en su pasado, ni tratando de justificarse a si mismos. Tampoco mediante la exclusión de líderes o dirigentes dentro del partido. Eso es imposible mientras no existan definiciones más claras y estrictas. Lo que podría solucionar momentáneamente ese problema, aunque por vía de consecuencias podría acarrear otros, es mediante la definición de posiciones, o como dice un gran amigo, pasando la ralla de Pizarro.
Pero mientras los perredeístas se mantengan inmersos o atrapados por la dicotomía: dirigencia-liderazgo, no podrán llegar nadando a tierra firme con fuerzas suficientes para continuar la batalla. Se quedarán siempre en el esfuerzo.
Porque Hipólito Mejía ha demostrado que tiene condiciones de liderazgos que nadie podrá discutirlo o desconocerlo. Más aún, con el paso por la Presidencia de la República y su candidatura presidencial en el recién pasado proceso, aumentó sus influencias en diferentes escenarios.
Miguel Vargas también tiene liderazgo. Por las razones que sean, ha demostrado que tiene influencias en una parte de la dirigencia y militancia, pues de lo contrario no existiera problema alguno.
También existen otros dirigentes en el PRD con liderazgo, como el caso del Luis Abinader, a quien algunos consideran la figura emergente con más condiciones en los actuales momentos, pero igual están Milagros, Suberví, Esquea, Guido, Jesús Feris, etc. aunque sobre todo los emergentes, tienen que hacer camino al andar.
Todos esos dirigentes del PRD tienen liderazgo, mayores o menores, y la militancia los reconoce como tales. El asunto es que nadie va a ocupar o sustituir el liderazgo de otro por simple decisión o deseo por más sincero que sea, sino que deben ganarse el respaldo mayoritario de los perredeístas con su accionar y sobre todo si saben aprovechar las coyunturas que ocasionalmente les brinda la historia.