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Los firmantes del Pacto Nacional para la Reforma Educativa 2014-2030 creemos que participando en acciones derivadas de su cumplimiento podemos realizar importantes aportaciones al avance y progreso de la sociedad dominicana, siempre que se nos dote de los recursos y de la libertad de acción necesarios. Por ello, nos cuidamos de sentirnos excesivamente limitados por toda una serie de normas y regulaciones de carácter uniforme ni de aferramos a prácticas e idiosincrasia del pasado.
Somos de opinión que en esta temprana fase de desarrollo del Pacto Nacional para la Reforma de la Educación resultaría prematuro formular ningún juicio sobre si los requisitos anteriormente expuestos llegarán a prevalecer y si se superarán los obstáculos que existen en potencia. Como señalamos anteriormente, nadie puede saber con certeza cuáles serán los resultados de sus diversas innovaciones y no nos cabe la menor duda de que en el transcurso de su aplicación hará falta introducir numerosas correcciones. No obstante, tenemos la impresión de que, a pesar de las numerosas reservas expresadas por personas muy entendidas en la materia, la puesta en práctica de las medidas y acciones contempladas en el Pacto ha tenido un inicio esperanzador. Aunque no podemos exponerlas por falta de espacio, disponemos de evidencias o pruebas estimulantes de un marcado compromiso de hacer triunfar esta reforma por parte de personas claves implicadas en todos los niveles. No obstante, ello no nos impide admitir que la propia comunidad educativa sigue estando dividida en relación con algunos aspectos de la reforma, hecho éste que limita nuestro optimismo al respecto.
Más adelante analizaremos determinados aspectos específicos del proceso de reforma, tomando en consideración el contexto dinámico y cambiante del desarrollo de los proyectos sobre los cuales se fundamenta. La reforma de la educación de los pueblos y de las comunidades no existe en un vacío social ni en un mundo de abstracciones. El tiempo en que ésta tiene lugar está lleno de fuerzas dinámicas que influyen directa o indirectamente sobre sus operaciones y, en último extremo, determinan su importancia y viabilidad. Durante las últimas décadas, digamos en los últimos cincuenta años, la sociedad dominicana ha experimentado cambios extraordinarios de los tipos más diversos. Cualquier extranjero que hubiese visitado la República Dominicana en los días oscuros de la dictadura trujillista o en los aciagos del gobierno de los doce años se sorprendería ante los cambios tan constructivos que se han venido introduciendo en el país. Pero, no todo se ha tornado color de rosa. La sociedad dominicana de hoy está siendo afectada por una profunda crisis que amenaza su entorno. Esto podría llegar a impedir que algunos de los planes y proyectos contemplados en el Pacto no llegaran a materializarse. A lo largo de un quinquenio pretendemos: Construir y equipar miles de establecimientos escolares; alfabetizar a más de 176 mil dominicanos; extender el Proyecto de la Tanda Extendida hasta llegar a beneficiar a más de tres millones de escolares de los niveles iniciales y medios; elevar la calidad y pertinencia de lo que se enseña; y formar y capacitar a miles de maestros. ¿Lo lograremos?