Los maestros

Los maestros

Después de los padres, el maestro y el pastor religioso deben actuar para que los niños imiten sus ejemplos sobre cuál debe ser la conducta que contribuya para el porvenir.
Además de mis padres, tíos y padrinos, mis maestros forman parte de mis mejores recuerdos, de mis mejores ejemplos. En casa hemos sido maestros mis padres, tíos, hermanos, hijos, nietos, ello me califica para trazar un perfil del maestro, sacerdote de la enseñanza.
A nadie le enseñan urbanidad en la escuela, en universidades e institutos superiores, a mí no sólo me enseñaron mis padres, tíos y padrinos sino también un grupo de maestros que se ocupaba de que los alumnos fuésemos a la escuela con las uñas y los zapatos limpios, con las orejas lavadas, con el cuello sin costra.
Los maestros de la escuela Secundaria nos enseñaron con su pulcro vestir, con su conducta civil en las calles, dentro de sus familias, su desempeño en la sociedad.
Eran otros tiempos, soplaban otros vientos. Hoy vivimos las mismas mujeres, los mismos hombres, ¿Qué ha cambiado? Cambian los desafíos de la naturaleza, cambia el afán inconmensurable por saber, por conocer, pero nada justifica, aunque sí se pueden explicar, cambios que en nada benefician la relación entre los docentes y sus alumnos.
Por supuesto, hay un gran cambio de actitud, de conducta, de los docentes. La modernidad dio paso al profesor en desmedro de los maestros.
Los maestros usaban zapatos y los hacían brillar, vestían saco y corbata, se afeitaban a diario, tenían una conducta decorosa en el aula, en la calle, en la sociedad, en sus hogares.
Los maestros eran, pues, ejemplos a imitar, otro ejemplo a seguir, después de padres tíos, otros parientes mayores y líderes religiosos.
Hoy en día, la conducta de profesores, que no maestros, es radicalmente diferente: acuden a las clases con chancletas, son una ridícula barbita y, además, una colita de cabellos, vestidos al descuido, en ocasiones con mal olor corporal y una halitosis que invita a colocarse lejos del profesor.
Esos malos ejemplos de los profesores los convierten en creadores de disociadores, de ciudadanos listos para graduarse de personas marginadas por su conducta y por la falta de oportunidad de trabajo por la deficiencia de la enseñanza y por la permisividad y la violencia verbal y física de los alumnos.
Que haya miles de personas que cobran en el Ministerio de Educación sin que presten ningún servicio, es una nueva prueba de lo corrompida que está la sociedad, el maestro cobra sin trabajar, el superior permite que reciban un sueldo, pasa el tiempo y viene el tiempo, un día son descubiertos, los sacan de nómina y vuelta a reponer, con nuevos nombres de compañeritos del partido.

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