Los magistrados y la Biblia

Los magistrados y la Biblia

La autoridad que ejercen los jueces en la administración de justicia es de tal relevancia que el mismo Dios se involucra, describiendo su importancia trascendente. En los últimos años el ejercicio judicial, en todos sus niveles, ha exhibido una muy marcada debilidad y, en algunos casos, complicidad en la aplicación de justicia. La patria ha sido estremecida en sus cimientos morales cuando ha tenido que ver impávida e impotente, sentencias obstinadas que, a juzgar por el decir de nuestra gente, dejan el amargo sabor del cohecho y otras implicaciones impuras. Justificar la libertad de personas altamente comprometidas con el mal y que la sociedad misma ha juzgado, se ha estado convirtiendo en una pesadilla social y familiar.

La carencia de un endurecimiento responsable en la aplicación insobornable de máximas penas, ha estado produciendo delincuentes al por mayor y al detalle, que mantienen nuestras calles bajo el temor y la inseguridad. Todos nos miramos cara a cara preguntándonos si será cierto que esto está ocurriendo en nuestra tierra. Es igualmente de preocupación colectiva la actitud que, en muchos de los casos, exhibe el máximo tribunal judicial frente  a sentencias complacientes y, a todas luces, disociadas del interés nacional. Todos esperamos de la Suprema Corte de Justicia firmeza y decisiones disciplinarias ejemplarizadoras.

El apóstol Pablo dice: “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y tendrás alabanza de ella. Porque el magistrado es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.” (Rom 13:3,4). Que los magistrados de nuestro país infundan temor en los que delinquen, paz y protección a los que no violentan nuestros códigos. Eso es lo que espera Dios.

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