Los manifestantes turcos se niegan a desalojar el parque Gezi de Estambul

<P>Los manifestantes turcos se niegan a desalojar el parque Gezi de Estambul</P>

ESTAMBUL. AFP. Los manifestantes turcos se negaron hoy a desalojar el parque Gezi de Estambul, a pesar de que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan se comprometió a no destruir el lugar hasta que un tribunal se pronuncie sobre el caso.  

«Vamos a seguir nuestra resistencia contra cualquier injusticia en nuestro país (…) Esto es sólo un principio, ¡Nuestra lucha continuará!», indicó en un comunicado el colectivo Solidaridad Taksim, que reúne a 116 asociaciones y dirige la ocupación del parque Gezi.  

En la víspera Erdogan se comprometió a detener el proyecto de urbanización del parque Gezi hasta que la justicia se pronuncie sobre su legalidad, en su primer gran gesto conciliador.  

«Jóvenes, han permanecido allí suficientemente y han transmitido su mensaje. ¿Por qué siguen allí?», preguntó Erdogan en un discurso transmitido en directo por televisión.  

Por otra parte, en Ankara, la policía antidisturbios usó nuevamente gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los manifestantes durante la noche del sábado. Unos 30 manifestantes fueron arrestados.  

El proyecto de acondicionamiento de la plaza Taksim prevé la destrucción del parque Gezi y de sus 600 árboles, situado junto a la plaza Taksim.   La violenta intervención de la policía el 31 de mayo pasado para desalojar a los manifestantes del parque desencadenó el mayor movimiento de protesta contra Erdogan y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en la década que lleva en el poder.  

Desde hace dos semanas, los manifestantes exigen la dimisión de Erdogan, acusado de autoritarismo y de querer «islamizar» Turquía, país musulmán de tradición laica.   Las manifestaciones, reprimidas con grandas lcrimógenas, cañones de agua y pelotas de goma, dejaron cuatro muertos, tres manifestantes y un policía, y unos 7.500 heridos, unos cincuenta de ellos graves, indicó el último balance publicado por el sindicato de médicos turcos.  

Varios países, entre ellos Estados Unidos y la Unión Europea criticaron la violencia policial y la intransigencia de Erdogan, que calificó de «saqueadores» y «extremistas» a los manifestantes.  

Sin embargo, el jefe de gobierno turco recibió el jueves por la noche, por primera vez desde el inicio de la crisis política, a una delegación de una decena de artistas y representantes de la sociedad civil, incluidos dos conocidos portavoces de la coordinación de los manifestantes.  

Después de cuatro horas de reunión, no se adoptó ninguna decisión concreta, sino promesas y garantías de las autoridades que permiten contemplar una salida de la crisis.  

El gobierno, que repetía hasta entonces su voluntad de seguir con su controvertido proyecto de reconstrucción de una caserna militar de la época otomana en lugar de los 600 árboles del parque Gezi, aceptó esperar a que la justicia dicte sentencia sobre el caso. 

«La opinión general es resistir». Sin embargo, el colectivo Solidaridad Taksim considera que el gobierno no respetó sus exigencias.  

El colectivo pide la liberación de los manifestantes detenidos y la destitución de los jefes policiales de las ciudades donde las manifestaciones fueron violentamente reprimidas.  

«Hoy, somos mucho más fuertes, organizados y optimistas que hace 18 días», declaró Solidaridad Taksim en un comunicado. 

«El partido en el poder ha perdido su legitimidad ante los ojos de la prensa nacional e internacional», agregó.  

«Nos quedaremos aquí porque el gobierno no ha respetado nuestras demandas», dijo Ata, un manifestante del parque Gezi a la AFP.  

«Tengo mucha esperanza sobre el futuro de este país y también sobre mi futuro» (…) «Nada volverá a ser igual en Turquía», dijo.  

«La opinión general es resistir», dijo Pelin, una estudiante de medicina de 20 años que se dirigía al parque Gezi.  

«No nos iremos. ¿Por qué lo haríamos en el punto en el que estamos?, preguntaba por su parte Mustafa, de 43 años.

 «Hemos sufrido mucho, no hay una vuelta atrás posible», añade, evocando los manifestantes heridos por la policía.  

Aunque la oposición contra Erdogan se ha hecho palpable, el líder político de 59 años de edad -que está en el poder desde 2002- sigue siendo el político más popular del país.  

Su partido AKP (el Partido de la Justicia y el Desarrollo) ha ganado tres elecciones consecutivas y alcanzó casi la mitad de los votos en 2011.  

Sin embargo, esta crisis ha puesto de manifiesto la coexistencia de dos modelos en el país: una Turquía conservadora y mayoritaria, de los pobres y de las zonas rurales, y una Turquía laica, urbana y occidentalizada, que acusa al AKP de islamizar la sociedad.

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