Los mayas, del esplendor a la miseria y marginación

<P>Los mayas, del esplendor a la miseria y marginación</P>

CIUDAD DE GUATEMALA, (AFP).- Los descendientes de los mayas viven discriminados, explotados y sumidos en la miseria, en agudo contraste con el pasado que tuvo a ese pueblo indígena como protagonista de una poderosa civilización, que dejó una herencia de impacto mundial en la ciencia, astronomía, arquitectura y arte.

El final del ciclo largo de 5.200 años del calendario maya y la amalgama con una presunta profecía apocalíptica hace que el mundo, y los empresarios del turismo, redescubran este diciembre –sólo como objeto de curiosidad y explotación una vez más– a los descendientes del gran imperio mesoamericano.

La civilización maya abarcó los territorios actuales de Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y cinco estados del sureste de México. Hoy quedan descendientes directos en algunas regiones, pero sobre todo en Guatemala donde conservan costumbres y lenguas.

Aunque ya habían entrado en etapa de decadencia hacia el año 1200, fue bajo la colonización española tres siglos después, que fueron llevados a condiciones de vida paupérrimas, esclavizados y despojados de sus tierras, recuerdan expertos. «Desde siempre, la población indígena fue vista como mano de obra barata (…) y eso continúa hasta la fecha.

Es vista como herramienta de producción (…) y es marginada de las políticas públicas», afirmó a la AFP el indígena guatemalteco y experto independiente en asuntos indígenas de la ONU, Álvaro Pop.

Cinco siglos después, las comunidades indígenas guatemaltecas son las más atrasadas y carecen de acceso igualitario a la educación, salud o servicios básicos, respecto del resto de población, mayoritariamente mestiza. Además, sus idiomas originarios no son reconocidos oficialmente en el país, sino sólo el castellano.

 En Guatemala, donde el 42% de sus 14,3 millones de habitantes son indígenas, la pobreza alcanza niveles del 80% en esas comunidades, el 58,6% de sus niños padecen desnutrición crónica (30,6% en la niñez no-indígena), y la mortalidad infantil asciende a una alarmante tasa de 40 por cada 1.000 nacidos vivos, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

La explotación de la que los descendientes mayas son víctimas, también llevó a la irrupción de la última guerrilla latinoamericana, el mediatizado y luego diluido Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)que el primer día de 1994, cuando comenzaba a regir el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en la selva Lacandona –sur de México– se hizo público y llamó la atención sobre las condiciones de vida de los indígenas.

– Víctimas de genocidio – Además de marginados, los indígenas fueron víctimas de políticas de exterminio durante la guerra civil guatemalteca de 1960 a 1996, por parte del ejército en su enfrentamiento con la guerrilla de izquierda, en el marco de la Guerra Fría.

«Fueron razones externas que se exacerbaron a partir de las condiciones de pobreza que vivía la población maya y que hizo que se estigmatizara a los pueblos indígenas» consideró Pop.

Durante el conflicto armado en Guatemala se registraron más de 600 masacres de comunidades indígenas y decenas de miles debieron refugiarse en el sur de México, huyendo de las atrocidades de los militares, que mataron sin piedad a hombres y mujeres, ancianos y niños, según un informe de la ONU publicado en 1999.

 En la llamada política de «tierra arrasada», llevada a cabo por el régimen del a sus dictador Efraín Ríos Montt (1982-83), los militares guatemaltecos bombardearon aldeas enteras, quemaron viviendas y mataron a sus pobladores.

En medio de esa sistemática represión, a principios de los ochenta irrumpió en primer plano la indígena Rigoberta Menchú, cuya denuncia de las matanzas le valió en 1992 el Nobel de la Paz.

«El conflicto armado fue utilizado como un pretexto para exterminar a los pueblos indígenas física y espiritualmente.  (Hay) un exterminio físico porque vemos la inmensa cantidad de gente que fue ejecutada, quemada (…) pero también un exterminio material para empobrecer más a los pueblos indígenas», dijo Menchú a la AFP.

Menchú aseguró incluso que además de pretender «homogenizar a la población», hay «rastros» de que hubo un intento de aniquilar también la espiritualidad maya, pues durante los operativos militares se asesinó a guías y sacerdotes indígenas rompiendo «cadenas» sagradas «que venían por miles de años».

Hoy la region que otrora fue el imperio maya esta remilitarizada en el marco del combate al narcotráfico, y los descendientes de aquella civilización expulsados de las tierras por proyectos hidroeléctricos, minería a cielo abierto o monocultivos con fines industriales como por ejemplo la palma africana para la fabricación de aceite.

Pese a todo –y ajenos a la comercialización de la fecha del cambio de era en el calendario maya en el solsticio de diciembre– los mayas celebran rituales ceremoniales por un renacer de su cultura, sin discriminación ni odios.

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