Los mejores augurios para Evo

Los mejores augurios para Evo

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Por encima de cualquier diferencia ideológica, de mil prejuicios y hasta de razonables temores, hay que ser bien insensible para no entender el fenómeno y el desafío que representa Evo Morales, recién estrenado presidente de Bolivia, tras haber acumulado el 54 por ciento de los votos de sus compueblanos.

No hay forma de evadir la simpatía por este primer indígena que alcanza la presidencia de una nación latinoamericana, a más de cinco siglos de la conquista europea que aniquiló las energías vitales de los nativos de todo el continente, incluyendo a culturas tan avanzadas como las del imperio incaico que abarcó gran parte del mundo andino.

A dos siglos del inicio de la independencia latinoamericana, sólo la opresión racial, política y económica y la exclusión pueden explicar que en aquellos países donde sobrevivió la raza autóctona representando una alta proporción de la población no hubiesen alcanzado el poder. Claro que altos porcentajes de indígenas sólo quedaron en Bolivia, Ecuador, Perú y Guatemala. Del resto “sólo cenizas hallarás”, y en algunas tierras como la dominicana, un poco de nostalgia y sublimación de Anacaona y Enriquillo, como forma de negar lo que nos impusieron de Africa.

Cómo no simpatizar con este Evo Morales de padre aymara y madre quechua, en sí mismo representante de la pobreza que abate al sesenta por ciento de los 9 millones y medio de bolivianos. Perdió 4 de sus 6 hermanos en la infancia y tras morir su madre sería criado por la hermana Esther, quien de pastora, agricultora y últimamente dueña de un pequeño expendio de comestibles, se ha convertido ahora en la “primera dama” boliviana.

No hay manera de evadir una sonrisa y tejerle los mejores augurios a Evo, cuando se lee que llegó a la presidencia de Bolivia con un patrimonio equivalente a 109 mil 778 dólares. Tanto, porque hace una década ganó un premio internacional de la paz de Libia dotado con 50 mil dólares. Y para colmo su vicepresidente Alvaro García Linera, matemático y sociólogo, testimonió un patrimonio de 5 mil 445 dólares.

Por cierto que García Linera es blanco, expresión del acierto político y el sentido de equidad de Evo Morales. Aunque fue guerrillero, los sectores dominantes confían que este será un factor de equilibrio y que podría ayudar a Evo a sobrellevar las presiones del poder.

Los desafíos que enfrenta el nuevo mandatario son descomunales, en el segundo país de mayor pobreza de América, aunque también uno de los más zarandeados por la explotación de sus múltiples riquezas naturales. Tiene la misión de iniciar el rescate de su pueblo, de recuperar riquezas y redistribuir el ingreso. Nada fácil en cualquier parte del mundo y mucho menos en esta época de realismos políticos.

La promesa de poner fin a 500 años de explotación y exclusión de su pueblo es un compromiso que requiere de unas energías espirituales muy grandes, de ayuda y comprensión internacional, de gran equilibrio humano para mantener  la fidelidad para no generar mayores frustraciones a los suyos, y conducirlos suavemente pero sin pausas a la tierra de promisión, y al mismo tiempo evadiendo desatar las iras de los poderes tradicionales, nacionales y transnacionales.

La simpatía con Evo no puede obnubilar para no ver lo difícil que es el camino que ha emprendido con la firme determinación de fracasar antes que renegar de lo que representa. Por eso ha llegado hasta los palacios europeos con el simple vestuario del agricultor o minero, y se ha juramentado presidente sin corbata, no sin antes ser investido como jefe supremo de los indígenas andinos en la ciudad sagrada de Tiwanaku, más arriba de los 3 mil 800 metros de altura de La paz, “cerca del cielo”.

Pero la sociedad internacional contemporánea tiene también un gran reto, junto a Evo Morales. El primero es de comprender su significado y sus desafíos, aceptar sin prejuicios las expresiones auténticas de su cultura y ser generosa. Aún así no pagarán la deuda milenaria contraída con su pueblo.

Los prejuicios son muy grandes, tanto que Evo ha sido asimilado a la condición de cocalero. La ignorancia llega hasta catedrales del periodismo donde se dice que legalizará el cultivo de la coca. Es que es un cultivo milenario, que  nunca ha estado prohibido. La hoja de coca es la medicina de la sierra andina y base de medicamentos universales. Es una bebida imprescindible. Para ellos su prohibición equivaldría a que al mundo se le privara del café. Por cierto que ellos no son los que la refinan ni la convierten en cocaína.

El desafío es tan grande que es como llevar a Evo colgado del corazón. Que el Dios de los cristianos y todos los dioses ancestrales de su pueblo lo acompañen, lo colmen de sabiduría, templanza, persistencia y a la vez  paciencia, para que esta esperanza que representa no sea una nueva frustración. Amén.-

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