Los mejores consejeros

Los mejores consejeros

Aquella calurosa tarde del verano caribeño sirvió de escenario para la inauguración de las remodelaciones del edificio donde se alojan los medios impresos del grupo Corripio. Aprovechamos para ponernos al día con amigos con los que no había coincidido por mucho tiempo. Entre los efusivos saludos estuvo el que intercambié con un funcionario de la Presidencia de la República. Otrora coincidentes en nuestras posiciones políticas, comprobé que el afecto mutuo no se había alterado.

Luego de las expresiones iniciales, abundantes en monosílabos que expresan mucho, opiné: “La verdad que ustedes los del gobierno tienen mucho que agradecer a Pepín Corripio.” Su reacción instintiva a lo que lucía como un sorpresivo acertijo incluyó cejas arqueadas, mirada fija sin pestañar y un ligero movimiento de hombros. Advirtiendo la curiosidad provocada, continúe diciendo: “Sí…, las páginas de los periódicos de Pepín son la mejor contribución que este gobierno pudiera tener para detectar por dónde va la orientación de sus acciones. Esas opiniones, desinteresadas en lo material, debían ser agradecidas por el gobierno porque son hechas, en la mayoría, de buena fe.”

El cúmulo de personas intercambiando saludos hizo que allí terminara el fugaz encuentro. Pero quedó rondando el desarrollo de ese criterio. El matutino HOY, para solo poner un ejemplo, podría ser una eficiente brújula para orientar muchos de los proyectos gubernamentales por la bien intencionada sabiduría que contienen las opiniones de sus colaboradores. Quien dudara sobre esto solo tendría que preguntarse ¿qué intereses podría tener un magnífico profesional del periodismo como Juan Bolívar Díaz que no fuera el de reclamar lo mejor para este pueblo? ¿Que sus señalamientos son enérgicos? Rebatirlos con propiedad debía ser la misión de los afectados.

¿De que podrían acusar algunos rabiosos estrategas del despilfarro a Rosario Espinal, excelsa catedrática de la Universidad de Temple, en Pennsylvania, para no aceptar con humildad sus sabias y bien fundamentadas opiniones sobre la sociedad dominicana?

¿Cómo despreciar los juicios de Andrés L. Mateo, no sólo por lo bien redactados que están sus artículos, sino porque opina con bases históricas y culturales irrefutables, sin codiciar bienes materiales a cambio?

Ni siquiera el argumento descalificador de perredeista podría servir para desacreditar las opiniones de Arturo Martínez Moya quien, cada lunes, comparte enfoques económicos difíciles de cuestionar. Son más creíbles y confiables las opiniones de este profesional que las de quienes eluden responsabilizarse por el caos económico que crearon en doce años de gobierno.

El Poder Ejecutivo debía confiar más en las opiniones de Sergio Sarita que en los ditirambos que aún sostiene el anterior ministro de salud pública. Debían tomar en cuenta a Sarita por ser, no sólo un eminente profesional, sino un continuador del predicamento ético de Juan Bosch, antes que confiar en aquellos que se enriquecieron hasta el asco en esa cartera oficial.

Luis Scheker, con posiciones éticas más cercanas a Bosch que la mayoría de los miembros del Comité Político del PL D y con unos méritos profesionales al más alto nivel del Derecho, transpira en su columna opiniones con una fuerza moral que debía ser imitada por los administradores del Estado. ¿Osarían acusar a Claudio Acosta y Rafael Acevedo, pilares de la racionalidad y el buen juicio, de servirle a una inexistente oposición que Leonel Fernández hace tiempo compró hasta hacerla desaparecer?

Ah…, pero en el grupo perverso que controla parte del poder político de la nación parece predominar la cosificación de aquellos ciudadanos que no se acogen a sus designios. Estos no sienten remordimiento cuando despilfarran el erario para satisfacer su egocentrismo y aumentar sus riquezas. Para ellos, somos cosas que solo servimos para pagar impuestos sin derecho a protestar por sus violaciones reiteradas a las leyes. Ese sector de psicópatas no vacila siquiera para mentir, manipular y hacer daño a los planes de Danilo Medina con tal de conseguir sus objetivos. Peor aún, se han colocado fuera del alcance de la justicia al secuestrar el Poder Judicial como forma de mantenerse fuera de las cárceles y en la cima del poder.

Por eso, los gobernantes que todavía conservan lucidez, debían poner más caso a las opiniones de esos desinteresados analistas, porque son hechas con gran capacidad profesional y, además, de buena fe.

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