Nueva York — En la década de los 60, imaginarse a los Mets como campeones de la Serie Mundial era algo tan disparatado como que el hombre caminara en la luna. Apenas 88 días después que Neil Armstrong diera su salto, el equipo de Nueva York se proclamaba campeón.
Ahora, Tyler Clippard está convencido que un extraterrestre ha liderado a los Mets de vuelta a un Clásico de Otoño. “No es humano. Está en otro planeta ahora mismo”, comentó el relevista sobre Daniel Murphy. “Otra forma de vida ha penetrado su cuerpo”.
De cara a una Serie Mundial que abrirá el martes en Kansas City o Toronto, parece que las estrellas siempre están alineadas cuando los Mets son exitosos.
En 1969, fueron las increíbles atrapadas de Tommy Agee y Ron Swoboda contra Baltimore. Cleon Jones alcanzó primera base por un pelotazo durante una ofensiva en el quinto juego cuando el manager Gil Hodges le mostró al umpire una pelota con marca de lustrado de zapatos.
En 1986, fue el rodado de Mookie Wilson que se coló entre las piernas de Bill Buckner en primera bases, coronando un racimo de tres carreras en el décimo inning del sexto juego contra Boston, luego que los Mets estuvieron dos veces a un strike de perder la serie. Y ahora es Murphy, quien lleva siete jonrones en nueve juegos de playoffs, fijando un récord al desaparecerla en cada uno de los últimos seis.
Su jonrón en el primer inning del segundo juego contra los Cachorros fue contra una bola bajita, si acaso 30 centímetros por encima del suelo, según el programa Pitch f/x. Solo otro jonrón esta temporada en las mayores fue bateado a un bola más baja. “Esto es especial. Esto es especial. No me puedo parar de decirlo”, exclamó el capitán de los Mets David Wright. “Los Mets del 69, los Mets del 86, los Mets del 2000.
Estamos entre los mejores equipos de la historia de los Mets y no puede sentirme más orgulloso”. Acostumbrados a estar a la sombra de los Yanquis en la ciudad, los Mets ganaron su quinto banderín de liga contra los 40 de sus vecinos. Recibieron el apodo de “Amazin’ Mets” por parte de Casey Stengel, su primer manager, disputando sus primeras dos temporadas en el Polo Grounds y luego en el Shea Stadium entre 1964-2008. Los “Milagrosos Mets” de 1969 contaban con Tom Seaver, Jerry Koosman y Gary Gentry.
Los de 1973 se inspiraban en la consigna “Tengan Fe”, entonada por Tug McGraw, pero perdieron una Serie Mundial de siete juegos contra Oakland. Luego de una década de malos resultados, Dwight Gooden, Darryl Strawberry, Keith Hernández y “Kid” Gary Carter salieron airosos en la épica serie contra los Medias Rojas en 1986, mientras que el conjunto liderado por Mike Piazza perdió en cinco la Serie del Subway contra los Yanquis en el 2000.
Y, luego de otro periodo gris en el que sus dueños perdieron una pila de millones de dólares en la estafa piramidal del financiero Bernard Madoff, regresan a la Serie Mundial de la mano de un sensacional grupo de pitchers jóvenes que incluye al “Caballero de la Noche” (Matt Harvey), “Thor” (Noah Syndergaard), al “deGrominator” (Jacob deGrom) y a Steven Matz.
Se trata de un grupo cuyas 147 aperturas en la temporada regular constituye con facilidad la menor cantidad para un cuarteto en la Serie Mundial, según STATS. Si los Mets se coronan, se da por descontado que tanto deGrom como Syndergaard acabaran en la publicidad de alguna marca de champú. De hecho, los Mets emplean en Twitter la etiqueta “HairWeGo”.
Tampoco hay que olvidarse del llanto de Wilmer Flores en el terreno durante un juego en julio, cuando el venezolano creyó que los habían cambiado a Milwaukee. El pitcher dominicano Bartolo Colón, aún capaz de dominar en el montículo a sus 42 años, protagonista de entretenidos turnos al bate y capaz de fildear una bola que luego tiró a la inicial por detrás de su espalda.
Y la aparición del cubano Yoenis Céspedes, cuya adquisición en julio le dio el empujón definitivo a Nueva York con su bate y brazo desde los jardines. “Fue algo que se tardó en llegar”, comentó Wright, quien firmó con los Mets cuando tenía 18 años en 2001, debutó en las mayores tres años después y designado como capitán en 2013. “Hemos tenido que pasar por algunos malos momentos.
Tuvimos que pasar por varios septiembres en los que solo salías a jugar para cumplir con el calendario y eso no es agradable. Dar un giro total de 180 (grados), celebrar e ir a la Serie Mundial, ojalá pudiera preservarlo siempre”. Terry Collins no había sido manager en Grandes Ligas desde 1999 cuando fue contratado previo a la campaña de 2011. Con 66 años, el piloto más longevo en las mayores, había dirigido en 1.688 partidos de la temporada regular antes de avanzar a la Serie Mundial por primera vez.
En el béisbol toda su vida, Collins relató la historia de cuando su madre escribió una nota a su escuela cuando cursaba el quinto grado de modo que pudiera ver la Serie Mundial de 1960 entre Pittsburgh y los Yanquis. La victoria del miércoles contra los Cachorros se produjo en el que hubiera sido el aniversario número 73 de la boda de sus padres.
“Aquí estoy sentado pensado, vaya barbaridad, al fin lo lograste después de todos estos años”, reflexionó Collins. “La espera valió la pena. Todo el trabajo valió la pena”.