El sábado 5 de noviembre, en el periódico Hoy, el doctor José Antonio Martínez Rojas se refería a las falencias de algunos ministros del Gobierno y a cada uno les señalaba las metidas de patas en el desempeño de sus funciones.
Los mismos, en su mayoría con una hoja de vida envidiable que muchos quisiéramos tener, pero casi todos faltos de gerencia, de sentido común, sin olfato político y olvidando que pertenecen a una estructura gubernamental y que sus actuaciones, buenas o malas, se reflejan en la valoración del Gobierno.
Cuando un Presidente nombra un ministro o director general lo hace con el convencimiento de que esa persona trabajará con eficiencia, con inteligencia para corregir entuertos, si los encuentra, fortaleciendo la institución en la que fue designado y con capacidad para brindar un buen servicio a la sociedad; jamás lo hace para que estos den dolores de cabezas ni levanten ruidos innecesarios ni ofrezcan declaraciones inoportunas que incomoden y pongan a la defensiva el conglomerado gubernamental.
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Tienen que actuar con mesura, sabiduría y prudencia sabiendo que hay una sociedad que observa y está atenta a las actuaciones de sus funcionarios; una cosa es tener muchos conocimientos profesionales y otra es aterrizar esos conocimientos para el buen desempeño de sus atribuciones, robustecer la aceptación del gobierno en la población, no drenarlo ni provocar goteras constantemente.
El presidente Luis Abinader con su trabajo y comportamiento está valorado para repetir en el cargo y los funcionarios tienen que empujar en la misma dirección con trabajo y buen comportamiento, para evitar que le caiga una pasta de jabón al sancocho.
La buena siembra de hoy dará abundantes frutos mañana, pero hay que estar atento a los ataques de plagas y enfermedades, para que no se dañe la cosecha.