Los monosílabos verbales: /vio/ dio/ fui/ fue/

Los monosílabos verbales: /vio/ dio/ fui/ fue/

Me pregunta un lector cómo se escriben estas formas de los verbos ver/dar/ser/: con acento (tilde), o sin ninguna acentuación.

Me parece que la pregunta es interesante, pero que carece del enfoque completo para distinguir los códigos: oral y escrito. Pienso que debió concluir:… o sin ninguna /clase/ de acentuación. Ahí ya podíamos reconocer que la persona interesada en el tema no había asimilado que la lengua tiene dos grandes códigos: el oral para la intercomunicación directa entre hablantes, y el código escrito, para expresar o fijar gráficamente nuestros pensamientos y actividades.

Comencé por esa diferenciación. Y le señalé que, en principio, todo sustantivo o adjetivo, verbo o adverbio, comportan una acentuación prosódica que, al pasarla a la escritura, se marca o no se marca de acuerdo con las reglas ortográficas, que son cosas muy sencillas.

a) A las esdrújulas y sobresdrújulas siempre se les marca: lámparas, cenáculo, entrégueselo.

b) A las agudas, casos de que sean bisílabas, trisílabas etc., les colocamos la tilde en la última sílaba, cuando terminan en n/s o vocales: irás, Andrés, después, caminarás, caminarán.

¿Cuándo no?

Cuando terminan en una cualquiera de las otras consonantes: vocal, poder, perdiz, leal, callad.

c) Las palabras graves, breves o llanas son el caso contrario de las agudas:

 Se marcan cuando terminan en cualquiera de las otras consonantes: cóndor, huésped, áspid…

No se les marcan cuando terminan en consonantes que no sean n/s o en vocal: breves, sufren, cosas, llaman.

Acentuación especial:

Algunas palabras (muy pocas) de una sola sílaba o dos:

vino /a/ casa; Procura /la/  llave, son palabras átonas, -sin acento- no reciben tildes. Pero para diferenciar el papel sintáctico que las separan: /más/: cantidad; /mas/: conjunción. Son de igual forma, pero marcamos el acento a una de ellas para diferenciarlas.  Y a ese acento lo llamamos diacrítico.

Durante el siglo antepasado la Real Academia Española decretó que los cuatro monosílabos verbales que encabezan esta entrega deberán estar acentuados (tildados), pero su recomendación fue muy combatida. Estuvo al  lado de ese combate un preclaro de los estudios lingüísticos:

 Rufino J. Cuervo, colombiano, rechazó temprano esa recomendación. Y nunca permitió que en ninguna obra suya, conferencia o artículo de prensa se colgaran tales virgulillas.

 En la segunda parte del siglo pasado, la Academia enmendó el error y determinó la desaparición de acento en /vio /dio/ fue/ fui/.

El inquieto interrogador que me abordó acerca del tema no se sintió satisfecho y me ofreció argumentos:

-Acabo de leer el libro “La agonía del cristianismo”  de don Miguel de Unamuno, y encontré acentuados uno que otro monosílabos de los que venimos hablando.

Le contesté:

-Estoy seguro de eso y pienso que usted leyó algún ejemplar de la colección Austral, Espasa Calpe, que vienen publicando cantidad de obras desde la primera parte del siglo XX.

Tenga en cuenta que don Miguel falleció el 31 de diciembre de 1936.

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