Los muertos enseñan medicina

Los muertos enseñan medicina

Carl Von Rokitansky, médico patólogo, humanista y político, nació en la antigua Bohemia, hoy República Checa, el 19 de febrero de 1804, falleciendo el 23 de julio de 1878. Estableció una cifra récord de setenta mil autopsias supervisadas, amén de treinta mil realizadas personalmente; hazaña última que llevó a cabo mediante la ejecución de dos necropsias diarias, los siete días de la semana durante 45 años. En la escuela de medicina de la Universidad de Viena utilizó las autopsias como método de enseñanza para mejorar la práctica clínica hospitalaria.

En honor al natalicio de uno de los padres de la anatomía patológica en el mundo dedicamos el análisis de las autopsias realizadas en el Instituto de Patología Forense durante el mes de febrero de los años 2010, 2011 y 2012.

En febrero del 2010 se hicieron 154 necropsias de las cuales 101 correspondieron a muertes violentas y cincuenta y tres fueron naturales. En el 2011 el total de autopsias subió a 168 con 54 decesos naturales y 114 fallecimientos por causas violentas. En el año 2012 la cifra total en febrero alcanzó el pico histórico de 178 experticios que incluyó 63 defunciones por enfermedad y 115 muertes violentas.

A diferencia de la casuística del maestro Rokitansky en donde esas defunciones naturales eran analizadas y discutidas con los médicos tratantes en los hospitales donde expiraban las personas, acá en la República Dominicana los galenos no se enteraron de las causas reales que llevaron al fallecimiento de 170 pacientes.

Tenemos evidencias escritas en los protocolos de manejo de personas que han expirado en clínicas y hospitales nacionales en donde los diagnósticos eran errados. Las cifras porcentuales de pifias en la interpretación diagnóstica ronda entre un 30 y un 70 por ciento.

Recordemos que sin una certera identificación de la enfermedad no puede haber un tratamiento correcto. Al no contar estos profesionales de la salud con un mecanismo de retroalimentación que les señale sus desaciertos no tendrán manera alguna de mejorar la calidad de la práctica de sus especialidades. La inmensa mayoría de los certificados de defunción que se llenan en las clínicas y hospitales nacionales son completados en bases subjetivas, es decir en criterios de supuestos que no descansan en bases objetivas como las que ofrece una autopsia.

¿Cuánta gente muere anualmente en el país víctima de la ignorancia y de la mala práctica médica? No creo que haya alguien que pueda precisarnos ese dato. Las auditorías médicas basadas en resultados de autopsias ayudarían a reducir la mortalidad y a mejorar la capacidad diagnóstica de los profesionales de la salud. Los cadáveres no solamente muestran los daños orgánicos causados por las enfermedades sino que también evidencian las alteraciones hijas de la iatrogénica que en ocasiones traen consecuencias fatales.

Así como febrero nos legó una patria en febrero de 1844, ese mismo mes y en ese mismo siglo Europa vio nacer a un hombre que creó el paradigma de la autopsia como forma de enseñar a los clínicos a practicar una buena medicina. ¿Hay en dominicana el espacio, ambiente y la voluntad para que nazcan otros Rokitansky que ayuden a adecentar el ejercicio de la medicina criolla en los próximos cien años? Quizás Gabriel García Márquez en su soledad pueda respondernos.

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