Los mundos caribeños

Los mundos caribeños

Durante el pasado fin de semana se anunció que el Presidente Danilo Medina viajaría a Tegucigalpa para asistir a la toma de posesión del nuevo mandatario hondureño, Orlando Hernández Alvarado. También se avisó que permanecería en La Habana los días 28 y 29 de enero con la finalidad de participar en la II Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Allí el Presidente Medina tendrá la oportunidad de ver al Presidente Martelly, de la vecina República de Haití, al Presidente Maduro, de Venezuela y, obviamente, al anfitrión, Raúl Castro, Presidente de Cuba. Esos tres presidentes han formulado declaraciones acerca de la “crisis migratoria” que confrontan Haití y la RD.

Es una magnifica ocasión para que los presidentes de naciones continentales conozcan la diversidad caribeña, un archipiélago en el que las luchas imperiales de varios siglos crearon sociedades en las cuales se habla francés, inglés, holandés, español, “papiamento” o “creole”.

Algunas islas del Caribe están vinculadas a la “commonwealth”; otras forman parte del esquema de integración económica llamado A.C.P., (África, Caribe, Pacífico), una puerta para entrar al Mercado Común Europeo. En la IV Convención de Lomé, capital del Togo, ingresaron, juntamente Haití y la RD. Togo es la fuente principal del suministro de instrumentos e ingredientes rituales para las prácticas populares de “voudu”.

La integración económica regional del Caribe es un proyecto de difícil realización. Las islas están dispersas en el océano, separadas por muchas millas marinas; y separadas aún más por las costumbres y las culturas. Entre las dificultades de acercamiento y comprensión están: las distintas lenguas, los diferentes cultos religiosos y semejantes carencias de capital y de tecnologías. CARICOM, un esquema de integración económica que repatría haitianos indocumentados, critica agriamente la política migratoria de la República Dominicana.

Muchas de estas islas cultivan los mismos productos agrícolas; recelan por ello de las más pobladas o mejor organizadas. Es importante para lograr beneficios mutuos en una pretendida “integración económica”, lo que ahora llaman “complementariedad”. Dos países que intentan formalizar la cooperación deberán primero alcanzar parecida organización, tanto en los sistemas aduanales como en el registro de nacimientos y defunciones. Algo que persigue el programa de regularización de inmigrantes ordenado por la sentencia 168-13. Ojalá esto quedara aclarado debidamente.

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