Los Mutantes

Los Mutantes

JOSÉ LOIS MALKUN
Las películas sobre mutantes están de moda. Y en el mundo cinematográfico, si una basura tiene éxito, hay que soportarla hasta que te intoxique. Pero pensándolo bien, y tomando como ejemplo el comportamiento, las actuaciones y la opiniones que vierten algunos personajes de nuestro medio, hay cierta lógica en esto de los mutantes.

Lógica que hacen suponer que realmente existen y que no se trata de otro invento comercial de Hollywood. Por ejemplo, analicemos la barracuda. Un pez agresivo que se caracteriza por sus dientes afilados en forma de serrucho, que abunda en los mares tropicales.

Uno podría imaginarse, que en algún momento de la historia este pez hizo mutación en ciertos ejemplares del género humano ya que poseen las mismas características devoradoras.

El problema nuestro es que no podemos exterminar masivamente a esos mutantes como en la películas, ya que no tienen el rostro desfigurado o babean sangre por la boca. Hablamos de personas que parecen normales y que están entronizados en todas las sociedades, sin importar raza, color, clima o religión.

Sin embargo, las mutaciones no siempre tienen efectos homogéneos en los humanos. Puede que el ADN haga la diferencia. O quizás otros factores socioculturales.

Por ejemplo, en un país con un alto nivel cultural y educativo, estos mutantes, cuando quieren destruir un adversario o serrucharle el palo, actúan con prudencia y con estilo. Se cuidan de no violentar las leyes que los rigen. Saben que la competencia es dura y los errores se penalizan. Y jamás cometen la estupidez de pretender la desestabilización política, poner en riesgo la democracia o frenar la continuidad el Estado. Saben que jugar con fuego les puede acarrear su exterminio.

Ahora bien, en países atrasados como el nuestro, con instituciones débiles, leyes que no se cumplen y con un bajo nivel cultural y educativo, la actuación de estos dignos representantes de la barracuda tiene sus características propias. Aquí, el principio de joder al prójimo, se ejecuta rápido, sin planes preconcebidos, sin escrúpulos y con inmunidad.  En nuestro país, por ejemplo, los mutantes actúan con absoluta libertad. Si se roban el alcanzar de Colón, salen ilesos porque también hay mutantes en la justicia. Pero si quieren destruir a una empresa, a una organización o a una persona, le fabrican expedientes falsos usando toda clase de tecnicismos legales, hacen acusaciones irresponsables aprovechando su corta estadía en el poder, compran conciencias y manipulan medios de comunicación cuando lo tienen a su alcance, y como último recurso, recurren al chantaje y la amenaza.

Eso explica la razón del porque nadie respeta a nadie en este país; del porque muchos charlatanes, que tienen un puesto en el Gobierno de turno, opinan para echarle mierda al prójimo sin quitarse la que tienen encima; del porque existe tanto odio y retaliación entre los dominicanos y; explica también, el miedo a la verdad, porque nos hemos acostumbrado a vivir de la mentira, orquestada siempre por personajes funestos y mediocres.

La permisividad de estas prácticas devoradoras hace imposible la continuidad del Estado. Obstaculizan el desarrollo del país. Promueven la desconfianza. Y empobrecen el espíritu y la esperanza de los ciudadanos.

Es doloroso reconocerlo. También difícil de aceptarlo. Pero le guste o no. Lo hiera en su patriotismo o no. Vivimos en un país donde los mutantes opinan y actúan como chivos sin ley.

Y esto se observa en los Gobiernos, en los deportes, en la farándula, en las empresas, en el arte, en los partidos políticos, en el congreso, en la justicia, en los medios de comunicación y en cualquier actividad que se realice, sin importar su naturaleza.

Como siempre hago al final de  mis artículos, usted esperará alguna receta para combatir a los mutantes. O una estrategia para su eliminación. Pero en esta ocasión lamento informarle que no la tengo. Lo único que puedo hacer es darle algunas recomendaciones para que evite ser víctima de estos depredadores. No se preocupe por los demás. Sólo cuide sus espaldas. Estos son algunos consejos:

1. No trabajes en el Gobierno, porque es el nido de los mutantes y nadie se salva de las represalias políticas y de que le serruchen el alma en cualquier momento.

2. Evite ser un alto ejecutivo o accionista de bancos. Ahí los juegos de los mutantes se han puesto muy pesados y puedes terminar enterrado en un agujero negro.

3. Nunca confíes de las opiniones de ciertas especies venenosas de mutantes, que tratan los grandes problemas del país, creyendo como Fukuyama, que es el fin de la historia, cuando esta apena ha comenzado.

4. Cuide sus ahorros y sus bienes, porque los mutantes, que no son ladrones comunes, siempre están al acecho para despellejarlo.

5. Si trabajas en cualquier empresa privada, siempre observa a los jefes porque es donde se esconden los mutantes. Nunca aspires demasiado y jamás hables de tu expectativas para que no te corten la garganta.

6. Si es de la farándula, aspira al Casandra, es miembro de alguna asociación, es deportista, es comunicador o es un cuadro político, disfrácese y actúe como mutante aunque no lo sea, porque de lo contrario no sobrevivirá por mucho tiempo.

7. Y si por casualidad trabaja en el congreso, hágase socio o amigo de algún mutante poderoso y le irá bien.

Como en las películas, advertimos que esta historia es ficticia y cualquier similitud con personas o casos reales, es pura coincidencia. Hasta la próxima.

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