Los  neo-pesimistas

Los  neo-pesimistas

JOSÉ MANUEL GUZMÁN IBARRA
j.guzman.i@codetel.net.do
Uno no puede dejar de sorprenderse porque gana el hastío. Me ocupa mucho tratar de entender los límites que puede tener el pensamiento insular, especialmente cuando intenta compararse con las lejanas realidades de países que tienen más o menos las mismas anécdotas, pero diferentes historias.

También me ocupa mirar las buenas intenciones de progreso que yerran en la construcción conceptual, por estar fuera de todo contexto histórico, haciendo imposible un diálogo mínimamente civilizado, no digamos entre intelectuales y políticos, sino entre los mismos miembros de la  intelligentsia dominicana. José Israel Cuello una vez apuntó, con exquisito sarcasmo, que el problema es que todos hablábamos a la misma hora, refiriéndose a los programas de opinión.

Sin embargo, lo que sigue sorprendiendo lo más, es la vocación que algunos intelectuales tienen a confundir el juicio crítico con el vapuleo y la censura. Criticar es situar, decía Octavio Paz. Así, el necesario ejercicio crítico que requiere toda actividad de interés público, artístico, intelectual o político, pasa necesariamente con establecer los alcances y limitaciones que la propia conciencia colectiva ha creado.

Obra o acción, palabra o hechos sociales, todo ocurre en una circunstancia histórica, que tiene su propia racionalidad. Es notorio que tal actitud, la de entender la crítica como censura y descalificación, responde a una tradición intelectual ya centenaria. Nos referimos al Pesimismo Dominicano, que se fundamenta básicamente, en debatir si constituimos una nación o no. Uno de los ilustres exponentes, Américo Lugo pensaba que “Por… la mezcla excesiva de sangre africana, el individualismo anárquico y la falta de cultura, el pueblo dominicano tiene muy poca aptitud política…”

La inteligentsia dominicana ha superado, por supuesto, el reduccionismo racial tan presente en los Pesimistas de principios del S. XX. Hoy en día, la imposibilidad de constituirnos en nación, según la nueva versión, es culpa de los partidos políticos, como si fueran en sí mismos una raza aparte. Los de esta corriente denuncian, apuran, y buscan encarnizar el dolor de lo público, dicen amar la democracia, pero la relativizan, dicen criticar, pero vapulean y descalifican… son los neo-pesimistas.

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