Los niños de la guerra

Los niños de la guerra

Entre las lecturas de periódicos, los reportajes de TV, los reportajes de guerras recientes y la lectura del libro de Eckhart Tolle titulado “Una nueva tierra; un despertar al propósito de su vida”, me he sentido personalmente afectado por la herencia que los Siglos XX y XXI le van a dejar a la humanidad, representados por las nuevas generaciones esparcidas por el globo terráqueo; todos huyen de las guerras y las persecuciones y lo que está pasando en África, Asia y sobre todo en Siria e Irak, y en la sumatoria de las dos guerras mundiales, la española y las de la antigua Yugoeslavia se están sintiendo y se sentirán con más fuerza en el mundo entero.
Me centraría preferiblemente en el efecto de las crueldades de las guerras en niños indefensos que no son capaces de comprender la maldad que exterminaron las vidas de sus padres, parientes, hermanitos, amiguitos y de su entorno. Dice Eckhart Tolle textualmente: “Para los niños en particular, las emociones negativas fuertes, son demasiado abrumadoras, razón por la cual, tienden a tratar de no sentirlas. A falta de un Adulto completamente consciente que los guíe con amor y compasión para que puedan enfrentar la emoción directamente, la única alternativa que le queda al niño es no sentirla. Desafortunadamente, ese mecanismo de defensa de la infancia suele permanecer hasta la edad adulta. La emoción sigue viva, y al no ser reconocida se manifiesta indirectamente en forma de ansiedad, ira, reacciones violentas, tristeza, y hasta en forma de enfermedad física. En algunos casos interfiere con todas las relaciones intimas y las sabotea”. El Dr. Tolle entra en la biología molecular y en la genética en temas que están en seria investigación en estos momentos y sigue: “Todos los vestigios del dolor que dejan las emociones negativas y que no se enfrentan y aceptan para luego dejarse atrás, terminan uniéndose para formar un campo de energía residente en las células mismas del cuerpo. Están constituidas no solamente por el sufrimiento de la infancia, sino también por las emociones dolorosas que se añaden durante la adolescencia y durante la vida adulta, la mayoría de ellas creadas por la voz del Ego”. Ese Cuerpo del Dolor, según el autor, puede convertirse en un complejo colectivo que acumulan comunidades enteras abusadas y masacradas hasta el extremo, y que llegan a marcar en el Cuerpo Colectivo del Dolor Psíquico una codificación en el ADN de las generaciones en porvenir. Esto aún está por demostrarse genéticamente, pero fenomenológicamente y sociológicamente sobran evidencias cuando se estudian a los niños, adolescentes y jóvenes sobrevivientes de esos genocidios y guerras indiscriminadas en contra de la población civil. Qué tareas les esperan a los profesionales de la Salud Mental con estos efectos devastadores, no solo en vidas físicas, sino en secuelas en el área psíquica. Qué de extraño hay de que surja tanta violencia, terrorismo irracional y odio que explota a cada momento en una escuela, en un aeropuerto, en las calles, en las iglesias, en cualquier ciudad del mundo? La violencia global está preparando un caldo de cultivo en los niños y adolescentes que serán en el futuro los autores de actos terroristas que nunca jamás nos podremos imaginar por la carga de odio, rencor y fanatismo que se va acumulando en este planeta.

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