Siempre me ha sorprendido que las principales avenidas de nuestra ciudad capital lleven el nombre de presidentes norteamericanos y europeos, mas no héroes o grandes personalidades nacionales. La xenofobia es común, mas no tanto su reverso, la xenofilia.
El que el malecón se llame George Washington se lo debemos a Trujillo, quien en 1940 buscaba congraciarse con el Presidente Franklin Delano Roosevelt con quien estaba en desgracia por la matanza de haitianos de 1937. El dictador hasta llegó al extremo de ponerle a la parte más cercana al muelle de esa avenida el nombre de US Marine Corps, el grupo armado norteamericano bajo el cual sirvió durante la ocupación militar norteamericana que se inició en 1916 y que este año cumple, precisamente, cien años. El Consejo de Estado le quitó ese nombre, pero dejó al resto el de George Washington, un gran personaje, indudablemente, pero quien, al morir en 1799, nada pudo hacer por un Santo Domingo, en ese entonces una abandonada colonia francesa. Abraham Lincoln, otro prohombre, fue Presidente norteamericano entre 1861 y 1865, en medio de la gran guerra civil de ese país y también en medio de la guerra restauradora dominicana. Nada pudo hacer para ayudarnos a salir de los españoles, a los cuales Santana en mala hora nos anexó. Mejor nombre tuvo la Lincoln cuando Trujillo: la Fabré Geffrard, en honor del Presidente haitiano que ayudó a nuestros restauradores.
A John F. Kennedy le tocó ser presidente durante los días finales de la dictadura de Trujillo. Aunque ya en el poder pronunció dos discursos, el del 13 de marzo y el 23 de mayo de 1961, atacando a las dictaduras y expresando el deseo de que tanto el pueblo dominicano como el cubano lograran su felicidad, algo que, sorprendentemente, fue reproducido en El Caribe, la verdad es que, habiendo heredado de la administración del Presidente Eisenhower el plan para ayudar a los que querían salir de Trujillo, lo trató de echar para atrás. Y es que, como resultado del fracaso de la expedición de Bahía de Cochinos, o Playa Girón, y temiendo más inestabilidad en el Caribe, el 26 de abril la CIA cablegrafió a su jefe de estación en Ciudad Trujillo ordenándole paralizar una anunciada entrega de ametralladoras a los que complotaban y el 5 de mayo el propio Kennedy advirtió que su país no debería iniciar el derrocamiento de Trujillo, lo que reiteró el día 16, catorce días antes del ajusticiamiento. Por suerte, al ser informados, los complotadores dijeron que ese era un asunto para solo los dominicanos decidir y no hicieron caso a esa apelación.
Joaquín Balaguer decidió ponerle el nombre de Winston Churchill a una nueva avenida. Recuerdo que el embajador británico, Ian Bell me comentó que, a pesar de ser un gran almirante, Churchill probablemente confundía a la «Dominican Republic» con la pequeña posesión insular inglesa caribeña de Dominica. Joaquím José Da Silva, mejor conocido como Tiradentes, por haber sido dentista, fue un gran líder independentista brasileño, pero al morir en 1792, poco pudo hacer por la abandonada colonia española de Santo Domingo. Charles de Gaulle sí jugó un papel durante nuestra guerra civil de 1965, al denunciar el 6 de mayo la intervención norteamericana, pedir que ese asunto fuese tratado ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y anunció que pronto estudiaría la posibilidad de reconocer al gobierno de Francisco Alberto Caamaño. Pero el 21 de junio el Vicepresidente norteamericano Hubert Humphreys le convenció de lo contrario.
Por cierto, Sumner Welles, un norteamericano, enemigo de Trujillo durante el gobierno de Roosevelt, merece una mejor calle que la que tiene en Villa Juana.
Pero, ¿por qué ese afán nuestro de honrar a los extranjeros y no a los dominicanos? ¿Por qué no tienen calles personajes importantes de nuestra historia como Ángel Morales, Juan Isidro Jimenes Grullón y Juancito Rodríguez, vinculados al exilio anti trujillista? ¿Por qué no darle nombres de grandes historiadores como Bartolomé de las Casas, Antonio Sánchez Valverde y Emilio Rodríguez Demorizi? ¿De intelectuales como Manuel Rueda y Franklin Mieses Burgos? ¿Fray Antón de Montesinos? ¡Ah, la xenofilia!
You understand? Comprenez vous?