Los nuevos aires de la
política en el siglo XXI

Los nuevos aires de la <BR>política en el siglo XXI

De primera intención, la conducta política de los seres humanos no es inmutable como la vida misma; debe amoldarse a los que grandes pensadores, desde Platón, plantearon y teorizaron, de manera que esa actividad del servicio se nutra de los valiosos aportes en beneficio de la sociedad.

Todos recordamos la sentencia de nuestro Padre de la Patria acerca de la política, considerándola como la actividad más noble; ahora tan desacreditada por sus paisanos del siglo XXI, con su lujuria por el disfrute del dinero, y destruir con sus acciones la vida armoniosa de las sociedades.

No hay dudas que los grandes pensadores universales estuvieron enamorados de la política. Sus tesis han servido para que muchos teóricos y analistas, a través del mundo, estudien y establezcan los parámetros correctos para armonizar la vida en las comunidades nacionales.

Sin embargo, parece que no han tenido en cuenta las ambiciones humanas, que llevadas a extremos increíbles de concentración de poder y dinero, han marcado la tónica de la actividad política en países como Dominicana, donde las deformaciones, en las interpretaciones de las teorías políticas, han llevado al país a sumergirse en unos procesos arrítmicos, donde predomina la ley del más fuerte.

Con la aparición en el panorama político de nuevos dirigentes, muchos con luces por encima de lo normal nos han permitido visualizar nuevas estrategias que se apoyan en la ignorancia de los demás, que permanecen anquilosados y aferrados a la inmediatez del aprovechamiento económico de la actividad política derivada del disfrute de un cargo.

Desde hace años el país ha visto de cómo el liderazgo tradicional, que nos ofrecieron Rafael Trujillo, Juan Bosch, Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez se ha ido diluyendo con el avance de las ciencias, tecnologías y necesidades. Se ha reemplazado por una forma de actividad política amarrada al modernismo, que llevado a cabo en el país por Leonel Fernández, deja muy mal parada a la clase política, a sus mismos compañeros, y en mayor medida, a sus rivales.

El pasado domingo 27 fuimos espectadores de una actividad, muy bien calculada, en que se llevó a los jubilosos partidarios de la reelección a una campaña de captación de firmas para ofrendárselas a los pies de su líder peledeísta, para comprometerlo con su repostulación. Aparentemente el ardid fue muy bien toreado para poner en manos de su partido los cientos de libros con las firmas.

Era evidente que, ante el país, el presidente Fernández no podía mancillar su Constitución de un año y dos meses, ya que así se desmeritaría un propósito, que en principio se creyó sincero, pero que ahora requiere de un análisis más fino y delicado. Ahora se orienta por otro camino de prolongar una vigencia por largo tiempo, que ya de por si tiene asegurada para los próximos cinco años.

La novedad de la nueva acción política encierra un envolvimiento de pensamientos y peticiones, que aparentando una entrega, que ni Duarte ni Juan Bosch previeron en sus sentencias políticas, de manera que la opinión pública se enfoque en lo aparente, pero sin ver una simulación más profunda y más consistente. Esto lleva a la gente a rendirse a los pies del líder del siglo XXI, captando el pensar de sus conciudadanos, y de lo mal que concibe a los demás políticos.

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