A pesar de considerarme un agnóstico respecto a muchas cosas de la biblia siempre la he bautizado como una obra inigualable y de un valor sociológico imperecedero, ese axioma me ha llevado siempre a la conclusión de que no existirá jamás otro libro que pueda enseñar tanto sobre la política y la psicología del individuo.
Dentro de ese contexto, fuera de su esencia teológica la biblia también pone al desnudo en forma descarnada las peores inmundicias que subyacen en el interior del individuo como la envidia, la traición, el desagradecimiento y su hiperbólica proclividad hacia la búsqueda de sus beneficios personales al precio que fuera necesario.
Está en su ADN.
Todavía al día de hoy en pleno siglo XXI continúan las disyunciones hobbesianas sobre el debate antropológico y determinista del comportamiento del individuo en sociedad, si diéramos aquiescencia total a los postulados de la biblia desde el mismo génesis podemos encontrar las respuestas a esas interrogantes.
Sin embargo, el caso más emblemático es el de Jesucristo y sus discípulos quienes a excepción de Mateo eran casi todos simples muertos de hambre y Jesús los inmortalizó persécula seculórum y, después que todos juraron apoyarlo hasta con sus vidas desaparecieron cuando Judas lo traicionó.
De igual forma, Pedro es un referente punzante que lacera las cuerdas más sensibles de la razón; ningún otro hombre en la tierra ha sido más privilegiado que él ya que fue escogido por Jesús para edificar el imperio más poderoso que jamás haya existido y aun así Pedro probó quien es el ser humano.
Por ello, hay que aprender que los amigos que aparecen en los momentos de glorias hay que anotarlos con lápiz en una libreta pues es casi seguro que más temprano que tarde casi a todos tendrás que borrarlos. De ahí el famoso refrán que dice, “Gracia que pedí, vela que encendí, gracia que logré, vela que apagué.”
Los Nuevos Judas.
Si extrapoláramos todo ese estercolero que vive en el ser humano a la nueva realidad que comenzarán a vivir los ex dioses del PLD, tendríamos que concluir en que la vida es un simple supermercado del que nadie sale sin pagar su cuenta. En efecto, la gran mayoría no recibirá otra cosa que la misma negación que Pedro le profirió a Jesús.
Por tal razón, estoy seguro que miles de dirigentes del PLD en medio de su agonía por la pérdida de sus sustentos cuando comiencen a ver esos inconmensurables episodios de desagravios e ingratitudes desarrollarán una eufórica alegría cual, si fuera un juego de Licey y las Águilas y dirán, ¡Ay qué bueno!
Desde esa perspectiva, prepárense para ver a los mismos que antes del 5 de julio tiraban camiones enteros de loas matutinas y que ahora están en las instituciones buscando ser reconocidos por un gobierno que no es el de ellos; mañana embarrando a sus antiguos amos nominales de los mismos residuos que recogen los succionadores de los ayuntamientos.
Lo peor de todo será, que sus introspecciones no les dejarán dormir y no cesarán las siguientes preguntas. ¿Por qué Pedro me hace esto si yo lo hice rico? ¿Por qué Juana me dejó si le di todo lo que pedía? Y, sin quererlo encontrarán su propia respuesta, por eso es que uno no se puede dejar vender sueños de traidores ni abandonar a la gente que siempre estuvo al lado de uno (Q.E.P.D).