Los nuevos movimientos se ponen vacuna apartidista

Los nuevos movimientos se ponen vacuna apartidista

Teófilo Quico Tabar

En los últimos tiempos han surgido grupos o movimientos políticos en las que participan personas amigas de gran prestigio, y según fuentes bien informadas, continuarán formándose nuevas agrupaciones antes del 2020 cuando habrán de efectuarse elecciones. Pero ha llamado mucho la atención entre algunos analistas, que al hacer su presentación en público, una de las cosas en las cuales han puesto énfasis, es en señalar que dichos movimientos son apartidistas. No han dicho que son apolíticos, si no, apartidistas.
Este fenómeno o detalle debería ser tomado muy en cuenta por los dirigentes políticos, tanto de gobierno como de oposición, toda vez que, al parecer, las clases medias altas, profesionales, empresariales e intelectuales que han tomado la decisión de participar o renovar su participación en la vida pública desde la vertiente política, no quieren que a las agrupaciones que han formado o a las cuales pertenecen, se les vea vinculadas al partidismo. Por lo que se supone, que para evitar contaminación, se anticipan a ponerse una vacuna apartidista.
Porque para nadie es un secreto que en la actividad política, lamentablemente se han venido denunciando acciones salpicadas de indelicadezas. Lo que de alguna forma confunden y apuntan, de manera negativa y sin mucha distinción, a la mayoría de los que ejercen esa actividad.
No porque la actividad política sea mala, o porque la mayoría de los políticos hayan cometido indelicadezas. Pero hay casos que han sido tan sonoros, que sin los partidos darse cuenta de esa situación, la gente ha comenzado a asociar las malas acciones de una minoría, con la mayoría que ejerce esas actividades. Sean del gobierno como de cualquier otro ámbito.
Y eso debería llamar la atención de los políticos y los partidos, a quienes he señalado en múltiples ocasiones que son y deben ser uno de los pilares fundamentales que soporten la democracia, a reflexionar sobre este fenómeno. Porque si su credibilidad llegase a niveles muy bajos, podríamos arribar a una situación de desconfianza tan generalizada, que dé al traste con los partidos, grandes, medianos y pequeños; viejos y nuevos; de gobierno y oposición. Y eso solo se puede evitar creando muros de contención conductuales éticos y morales, tanto en las acciones individuales como de conjunto.
Una desconfianza generalizada en los partidos, que según algunos analistas podría llegar hasta su desaparición total, lógicamente traería como consecuencia el surgimiento de más movimientos y más agrupaciones sustitutas. Porque nuestro sistema demanda la existencia de organizaciones para poder participar en elecciones municipales, congresuales y presidenciales; y porque hay mucha gente que le gusta participar en alguna de esas instancias. Y solo estando en agrupaciones se puede participar en elecciones.
Entonces, si así ocurriese, algunas de las agrupaciones o movimientos apartidistas que han surgido o que se promuevan en lo adelante, podrían ocupar los lugares de los partidos que desaparezcan. Que como es de suponer, lo harían sin los vicios que se arrastran o señalan. Eso sí, para no cambiar y volver a lo mismo, tendrían que hacer un gran cedazo conductual, y una vacunación colectiva.

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