Los nuevos paradigmas mediáticos

Los nuevos paradigmas mediáticos

Ya no son los empresarios los únicos que financian, con sus anuncios y promociones, la mayoría de los espacios noticiosos y los programas de entrevistas por la radio y la televisión. El Gobierno los ha desplazado en muchos de ellos, a veces con incentivos que nadie puede igualar. Igualmente, su influencia es determinante en los medios escritos, más aun, cuando muchas grandes y medianas empresas reducen drásticamente su presupuesto de gastos para promover sus productos debido a la crisis financiera global.

El que tiene un programa en cualquier medio de comunicación y no posee un patrocinio gubernamental, está en serios problemas. 

Un ejemplo de ello es el reciente conflicto entre la CDEEE y los empresarios. Estos últimos pidieron que fueran  relevados de sus cargos los directivos de la empresa eléctrica, incluyendo a su vicepresidente ejecutivo  Radhamés Segura. Algo razonable ante las barbaridades que se cometen desde esta empresa al amparo del poder político, donde la corrupción develada recientemente en el PRA es solo la punta del iceberg. 

De inmediato comenzó la andanada de críticas al empresariado y la defensa del héroe nacional y vicepresidente de esa entelequia llamada CDEEE, a quien definen como un patriota por sus acciones para frenar la voracidad del sector privado. 

Han llegado al extremo de promover la descabellada idea de que las empresas públicas de distribución (Ede-norte y Edesur) se manejan mejor que la privada (Ede-este), queriendo demostrar que el Gobierno es mejor administrador. Sin embargo, las pérdidas de las dos primeras en enero y febrero ascendieron a unos 1,400 millones de pesos (sin incluir subsidios), mostrando un desempeño en cobros y recuperación peor a la distribuidora privada.     

Pero nada de esto debe sorprender en un país donde una empresa pública se da el lujo de gastar un millón de pesos diarios en propaganda y compra de comunicadores, como si tuviera competencia y grandes beneficios. Que publica cientos de páginas enteras en los periódicos para mentirle al país. Y que es una caja chica del partidarismo oficial para todo tipo de aberraciones.

La CDEEE y sus afiliadas han sido los instrumentos más sólidos en que se ha apoyado el Gobierno para construir su superestructura proselitista. Desde jugosos contratos a políticos adeptos hasta la compra de opositores a base de fuertes sumas de dinero, estas empresas públicas ha jugado un papel estelar.

Para dar una idea de cómo la CDEEE alimenta el desfalco de los recursos públicos basta decir que desde el 2004 hasta la fecha su nómina aumentó de 84 millones de pesos mensuales a 422 millones y su personal se elevó en  60%.

¿Se imaginan esas cifras?

La situación que planteamos aquí debe preocupar a toda la sociedad dominicana. Es un asunto que ha tomado una dimensión extremadamente peligrosa y que puede degenerar en serios problemas para el país.

Seguir cerrando los ojos ante tanta barbaridad puede exponer al riesgo a cualquier democracia débil, como la nuestra.

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