Se trata de una situación que se ha ido introduciendo paulatinamente en la forma de regir al país y que llega a lo preocupante, unas veces, y a lo escandaloso, otras. Al Estado se debe ir a servir; no a servirse. Y de hecho, ni el régimen de Trujillo, que encarnó la suma de todos los males, ni los gobiernos que vinieron en el tiempo siguiente a él, utilizaron tan insistentemente al Erario para situar las cúspides de la administración pública en niveles de sueldos que contrastan considerablemente con la condición modesta o de pobreza en que se desenvuelve el resto de los servidores y, en sentido general, una mayoría de la sociedad.
En ese sentido el país está siendo llevado a extremos que causan irritación. Sin un método de reglas justas y claras, un número creciente de funciones públicas están siendo remuneradas con pagos mensuales muy altos. Ministros excepcionales, gerentes de entidades descentralizadas, legisladores, síndicos y regidores, han usado su capacidad de autonomía para generar inequidad. Dicho llanamente, se han servido con la cuchara grande a la hora de fijar los sueldos bajo esta curiosa modernidad.
Esta es una nación con abundantes expresiones de precariedades en hospitales y otras instalaciones de servicios públicos, situación a la que no escapan siquiera los cuarteles policiales y militares. Aquí abunda el desempleo y tiene presencia una economía informal de amplia extensión, expresión de subdesarrollo. Estos sueldazos de ahora no se compadecen con la realidad.
El triunfo de las Águilas
El apasionante béisbol tuvo antenoche su desenlace del campeonato 2007-2008 con un triunfo del equipo mamey, una genuina expresión deportiva de la hidalga ciudad de Santiago y de muchos cibaeños en general. Aunque el equipo estuvo débil en un comienzo, para pesar de la nutrida y entusiasta fanaticada aguileña, el renacer no se hizo esperar. Las Águilas volvieron por sus fueros y a su tradición de ser una novena de primera calidad y éxito. A los directivos, dirigentes, jugadores y seguidores, nuestras felicitaciones. A las Águilas y al Licey, el sub-campeón, les toca ahora representar al país como sede de la Serie del Caribe, precisamente en la ciudad de los 30 Caballeros. Este clásico deberá resultar una gran fiesta de bates y pelotas que divierta a todos los amantes de ese deporte y que haga sentir orgullosos a los dominicanos por ser anfitriones de equipos ganadores de otros países hermanos de la región. Enhorabuena.