Los nuevos tiempos

Los nuevos tiempos

El último artículo que escribí apareció en este periódico en enero del 2008, han transcurrido de esto sólo cinco meses. En ese lapso de tiempo las cosas han cambiado tanto que nos enfrentamos a un mundo diferente, en donde los problemas que padecen países como el nuestro se han agravado de repente, pareciendo ahora casi insolubles.

Los precios del petróleo no paran de incrementarse, y la escasez de una  serie de alimentos básicos en la dieta de millones de personas provocan protestas y tumultos por su carestía y dificultad para encontrarlos.

La República Dominicana va a sufrir aún más las consecuencias de la situación descrita, así como de la derivada de la desaceleración de las principales economías del mundo, en especial de lo que está sucediendo en los Estados Unidos, país de donde proviene la mayoría de las remesas que recibimos. 

Además, producto de los problemas existentes la nación podría sufrir los efectos negativos de flujos migratorios y de capital incontrolados. 

En estos momentos la consigna de la hora es producir, ahorrar y mejorar nuestra competitividad, no solo para poder alimentar a los millones de dominicanos que aquí vivimos, también recae sobre nosotros la responsabilidad de sustentar a buena parte de la población haitiana, y a más de cuatro millones de turistas que nos visitan anualmente.

Frente a esta situación es necesario revisar nuestras prioridades nacionales.

Se nos ha dicho en más de una ocasión que podemos convertirnos en el granero del Caribe, y que en estas circunstancias las condiciones están dadas para que la República Dominicana sea al gran productor y exportador del área.

Sin embargo, en este mundo de hoy, en donde tenemos que  competir con naciones más ricas y desarrolladas que nosotros, se impone un compromiso entre los poderes públicos y todos los actores sociales, que permita enrumbar a la nación  por el camino de la innovación y el conocimiento. Este es un cambio cultural que requiere eliminar barreras, el reposicionamiento de actividades económicas y profesionales, y la incorporación de criterios de gestión empresarial en las estructuras de la administración pública.

Este cambio obliga a los administradores del Estado a que las asignaciones y la ejecución presupuestaria estén en consonancia con los fines que se persiguen, abandonando el criterio de decidir en función del costo político, para hacer las cosas en beneficio de todo el país.

Creo sinceramente que la República Dominicana, para continuar progresando y desarrollándose necesita recibir mucha inversión extranjera; los tratados de libre comercio y asociación económica que hemos firmado facilitan su llegada.

Irlanda, un país que ha conseguido un impresionante desarrollo en muy poco tiempo, tiene una campaña para atraer inversiones basada en la educación, cuyo lema es “Nosotros creemos en la Educación; es la llave para competir en Europa”.

Cuando nuestro país crea en la educación, invierta en educación, tenga planes a largo plazo para educar a todos los dominicanos, y todos estemos comprometidos para lograrlo, entonces, solo entonces podremos decir que vamos por el camino correcto.

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