Los Objetivos del Milenio

Los Objetivos del Milenio

JESÚS DE LA ROSA
Los Objetivos del Milenio constituyen un plan convenido entre todas las naciones del mundo a través de los cuales se busca erradicar la pobreza extrema; lograr la universalización de la educación básica; promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir al VIH SIDA, el paludismo y otras enfermedades infectocontagiosas; y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.

Para hacer que los países pobres puedan alcanzar dichos objetivos, las naciones más desarrolladas del planeta se comprometieron a proporcionarles a éstos más ayuda, reducirles sus deudas, y a proporcionarles reglas de comercio más justas. De su parte, las naciones en vía de desarrollo se manifestaron dispuestas a hacer un uso más eficiente de sus recursos.

Se estima que para que los Objetivos del Milenio sean alcanzando de aquí al año 2015, la ayuda de las naciones ricas a los países pobres debe elevarse a la suma de 50 mil millones de dólares anuales. En el año del 2006, dicha ayuda no llegó a los 20 mil millones de dólares con la agravante de que «en lugar de apuntar específicamente a la reducción de la pobreza, un monto considerable de la ayuda se diluyó en países no tan pobres y no tan bien gobernados, en ocasiones en beneficio de los exportadores del país donante y de su visibilidad en lugar de contribuir con la reducción de la pobreza».

Con la sola implementación de reglas de comercio internacional más justas se podrían reducir la pobreza en todo el mundo e impulsar el crecimiento económico. Según las estimaciones del Banco Mundial «el cese de las barreras comerciales y de los subsidios agrícolas de los países ricos mejoraría el bienestar del mundo en unos 120,000 millones de dólares, y con apenas un 1% del incremento en la participación de los países en desarrollo en las exportaciones mundiales se liberaría a 128 millones de personas de la pobreza».

Es harto sabido que las políticas de comercio vigentes discriminan a los países pobres y a las naciones en vía de desarrollo, y obstaculizan la participación de éstas en la economía mundial.

Según datos de las Naciones Unidas, el 75% de los pobres del mundo, más de 1000 millones de personas, viven en zonas rurales y depende de la agricultura.

Las vacas de Europa reciben dos dólares diarios en subsidios, más que el ingreso de la mitad de las gentes que habitan el planeta.

Aquí, en la República Dominicana, el costo de alimentación de un perro pastor alemán o de cualquier otra raza de es de más 2 mil pesos mensuales, equivalente a más del doble de lo que podría consumir en alimento cualquiera de los más de cuatro millones de dominicanos y dominicanas pobres.

Las grandes naciones desarrolladas les imponen a los países pobres aranceles elevados y otras barreras que les impiden acceder a los mercados de los países ricos. También, los hacen cargar con una deuda externa tan elevada que sólo el pago de los intereses anuales les costaría más que el gasto combinado de esas desdichadas naciones en salud y educación.

Con razón el presidente Leonel Fernández en su último discurso que pronunciara en la Asamblea de las Naciones Unidas se quejaba de la falta de solidaridad de las grandes potencias hacia los países en vía de desarrollo.

Refiriéndose a la posibilidad de las naciones en vía de desarrollo de alcanzar los Objetivos del Milenio, el antiguo Secretario General de las Naciones Unidas, Koffi Annam decía: «No serán las Naciones Unidas las que alcanzarán los Objetivos del Milenio, deben alcanzarse en cada país a través de los esfuerzos conjuntos de los gobiernos y los pueblos». También expresaba: «Los pedidos de las organizaciones internacionales son una cosa. Pero lo que realmente cambiaría las cosas es si, en un plano local, los Objetivos del Milenio adquieren una masa crítica de apoyo e incluso se transformaran en receptores de votos».

Lamentablemente, en nuestro país pocas personas entienden por donde va el mundo; y sólo un reducido grupo de personas manifiesta cierta preocupación por el futuro de esta desventurada nación.

A muy pocos dirigentes de las grandes agrupaciones políticas del país se les oye hablar de la posibilidad o no de que la República Dominicana logre alcanzar los Objetivos del Milenio de aquí al año 2015. En más, nos atrevemos a afirmar que pocos de ellos entienden el significado de ese concepto. ¡Cómo! ¡Y tan ignorantes son! Es que en esta chercha liberaloide, que muchos entienden como democracia, hasta el más ignorante le he dado aspirar a ser presidente de esta República o a ocupar una banca en el Congreso de la República.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas