Los objetivos, ¿en cuál milenio?

Los objetivos, ¿en cuál milenio?

Crónica de una muerte anunciada es una buena expresión para referirnos a los famosos Objetivos de Desarrollo del Milenio que estableció la República Dominicana junto a muchos otros países para cumplir en el 2015.

Ya Leonel Fernández asistió al desfile de presidentes en Naciones Unidas y formalmente anunció en Nueva York que la República Dominicana no los alcanzará.

Su anuncio ha dejado un sabor amargo porque eso significa que antes de 2015 ni siquiera se hará un esfuerzo grande para acercarse al cumplimiento. Ahora habrá menos presión internacional porque se presentaron las excusas, e internamente la población dominicana se acostumbra fácilmente a las carencias más insólitas como los históricos apagones.

Los Objetivos del Milenio fueron aprobados en la Cumbre del Milenio aquel año en que se esperaba el fin del mundo, o de las computadoras. Pero no sucedió nada: sobrevivimos el 2000, llegamos al 2010, llegaremos al 2020, y los objetivos tampoco se habrán cumplido.

Si vemos la lista nos percatamos que la mayoría debió alcanzarse hace por lo menos 50 años: erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.

El único que podría justificarse como inalcanzable en el corto plazo es combatir el VIH/SIDA, porque es un problema más reciente. Los otros, son muy antiguos y debieron resolverse hace tiempo.

Que en República Dominicana haya pobreza en la magnitud que la hay es bochornoso. Que la mortalidad infantil y materna sea todavía un serio problema es criminal. Que no haya escuelas suficientes ni en cantidad ni en calidad es una deshonra nacional; y además, que se arruine la ecología y que las mujeres no tengan las mismas oportunidades que los hombres en el mercado laboral ni en la política.

En vez de enfocarse en lograr los objetivos, el gobierno dominicano presenta excusas, y otra vez escoge la crisis financiera local e internacional para justificar fracasos.

Como adorno del viaje, el Presidente se reunió con líderes del Medio Oriente en busca de una paz que República Dominicana no tiene poder para patrocinar.

Asalta entonces la pregunta una y otra vez: ¿Por qué tanta dificultad para alcanzar objetivos tan elementales como la nutrición y la escolaridad?

La raíz del problema radica en la pobreza y la desigualdad social. Según el reciente informe de la Oficina de Desarrollo Humano (ODH), titulado, “Política social: capacidades y derechos”, los hogares dominicanos pobres y de capas medias captan proporcionalmente mucho menos ingresos que los de capas altas, y la brecha ha aumentado durante la primera década de este siglo.

En el año 2000, el 30% de los hogares más ricos captaba el 66% del ingreso nacional, y en el año 2006, el 69.9%.

Esto quiere decir que en ambos años, un tercio de los hogares dominicanos captó dos tercios del ingreso nacional.

La desigualdad en la distribución de la riqueza engendra un Estado corrupto y clientelar, que reproduce y magnifica esa misma desigualdad por la forma caprichosa en que se asignan los recursos.

Esta concentración de riqueza provoca, a su vez, más corrupción y clientelismo porque son métodos rápidos y fáciles para mitigar la pobreza de unos, y satisfacer las ansias de riqueza de otros.

Es el llamado círculo vicioso del subdesarrollo, que sólo se rompe generando más riqueza y distribuyéndola mejor. Así se podrían alcanzar los Objetivos del Milenio.

Falta saber, ¿en cuál milenio?

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