Los países amigos de Haití

Los países amigos de Haití

De manera informal, hemos escuchado hasta la saciedad que hay varios países que propugnan por una fusión o unificación de las dos Repúblicas que componen la Isla Hispaniola. Esto al parecer, para complacer la siempre añorada idea haitiana, de que la “Isla es una e indivisible”; o como se quiere vender últimamente “como las dos alas de un mismo pájaro”.

Haití, que a decir verdad, es un estado caótico, por no decir fallido, dentro del mundo diplomático y de las ONG se mueve como pez en el agua, no así la Dominicana, a la cual le falta una verdadera institución que domine las intríngulis internacionales. Esto ha quedado bien demostrado al querernos enmendar la plana varios países e instituciones, después del controvertido fallo 168-13, del Tribunal Constitucional.

Los diplomáticos haitianos nos han acusado de “racistas, explotadores” y hasta nos incriminan de mantener como apátridas, los hijos de haitianos nacidos en nuestro territorio, de padres no residentes y que muchos de ellos han venido al mundo gracias a la generosidad del pueblo dominicano, al permitir que haitianas parturientas sean acogidas gratuitamente en nuestros hospitales de maternidad.

Las autoridades haitianas les están reclamando a las dominicanas que le emitamos certificados de nacimiento. Además, que por el jus soli, sean declarados dominicanos. ¿Cómo puede un país que no posee registros civiles confiables demandar a otro por su comprobada incompetencia? No es una verdad de perogrullo que los indocumentados que trabajan, tanto en labores agrícolas como en la construcción, no pueden exhibir un documento que indique lo más primordial: su nombre. Por lenidad o desidia, hemos aceptado que utilicen nombres a sabiendas que no son los legítimos. En nuestro caso, conocimos uno que le gustó el nombre y se autonombró “Fernando Valadez”. Por supuesto, nosotros le llamamos “Papá Lembá”.

Hemos identificado como países amigos de Haití, que velan de “lejitos” por su subsistencia y bienestar a los Estados Unidos de América; Francia, Canadá, Venezuela y los países que componen el CARICOM. Ahora bien, ha quedado bien demostrado que los estadounidenses no quieren a los haitianos en su territorio. Francia, su “Madre Patria”, ni siquiera los desea en sus Departamentos de Ultramar, las islas de Guadalupe, Martinica y San Martín, ni tampoco en la Guyana Francesa, territorio despoblado con menos de 200,000 habitantes y 91,000 km. cuadrados. Y qué decir de Canadá, con 9,975.000 km2 y apenas 40 millones de habitantes. Venezuela con 912,050 km2 y alrededor de 30 millones de habitantes, podría albergar, si lleva a cabo a pies juntillas su política de socialismo, unos cientos de miles; pero NO, todos esos amigos de Haití, han propugnado porque sea la República Dominicana con 48,400 km2, que acoja la diáspora haitiana.

Un estudio del sociólogo cubano Haroldo Dilla Alfonso para el Centro Bonó, determinó que “históricamente la élite política haitiana no ha sido un sujeto particular destacado por su sensibilidad social”. También, que las islas del Commonwealth Británico mantienen una postura exclusivista frente a los inmigrantes haitianos, a los cuales se les dificulta su integración por su idioma y cultura. Estas son las mismas que conforman el CARICOM y que quieren inmiscuirse en la política interna de nuestro país amenazándonos con no incluirlo como miembro, si la sentencia de marras no es modificada.

El desprecio hacia los haitianos ha quedado demostrado en el naufragio de más de 150 haitianos en un islote cerca de las Bahamas, en la cual perecieron alrededor de 30 personas. Los sobrevivientes, en lugar de acogerlos, fueron deportados a su país de origen por las autoridades de estas islas pertenecientes a la Mancomunidad Británica. ¿Por qué los amigos de Haití no protestaron por esa postura anti-humana? Simplemente, porque hay un complot orquestado que sea la República Dominicana, la receptora, sin tomar en cuenta que le hemos dado más ayuda humanitaria a la República de Haití que el conjunto de sus denominados “amigos”.

¿Cómo es posible, que al cabo de casi cuatro años de ocurrido el terremoto, el ex presidente Clinton y su equipo no hayan adelantado en la reconstrucción de Port-au-Prince? También debe resaltarse, que los países del CARICOM no figuran en la lista de donantes de los países y organismos multilaterales que asumieron compromisos para la reconstrucción de Haití y ahora quieren subsanar esa falta de solidaridad, acogiendo al pedimento de Martelly en nuestra contra.

El haber recurrido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la Organización de Estados Americanos (OEA), será una treta que no arrojará acciones positivas, ya que ese organismo podrá comprobar, in situ, la solución que mediante el Decreto 327-13, el Poder Ejecutivo instituyó el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros en situación migratoria irregular en el país.

A nuestro entender, Haití en nuestro caso, ha sido un país extremadamente desagradecido. El Minustash que allá trata de mantener el orden, nos traspasó el cólera. Nos acusaron de gripe aviar y detuvieron todas las importaciones cárnicas, de huevos y plásticos de República Dominicana, con el agravante de que fue incierto lo de la gripe aviar y que esa malévola desinformación nos pudo haber salido muy cara, ya que otros países hubiesen vedado la entrada a nuestros productos agropecuarios.

El presidente Martelly, repudiado y que lucha por mantenerse en el poder por su incapacidad política e intelectual, se ha amparado en esta controversia para tratar de echarle la culpa a Dominicana de los males ancestrales que aquejan aquella sociedad digna de mejor suerte. Somos de opinión que, Haití solo saldrá de su letargo, cuando la comunidad internacional tome las riendas de su desarrollo económico, que se propicie el surgimiento de nuevos líderes y que se aumente sustancialmente el nivel educacional de su población.

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