Los países emergentes crecieron triple que los avanzados en 2007

Los países emergentes crecieron triple que los avanzados en 2007

 La economía mundial acumula ya cinco años con un crecimiento anual superior al 4%, una tendencia sin parangón desde el primer lustro de los años setenta. Dos terceras partes del crecimiento mundial en 2006 (5,4%) correspondió a las economías emergentes y  países menos avanzados.

MADRID.- Las estimacions preliminares del FMI señalan que el crecimiento de la economía mundial en 2007 fue del 5,2% respecto al año anterior. Y también que esa expansión es posible gracias al ritmo de crecimiento de los países emergentes (8,1%), más del triple que el registado por los países más avanzados (EE UU, UE, Japón o los tigres asiáticos), que se quedan en el 2,5%, según trabajo publicado por el país.

Un análisis más exhaustivo de las cifras del Fondo reflejan que la economía mundial acumula ya cinco años con un crecimiento anual superior al 4%, una tendencia sin parangón desde el primer lustro de los años setenta. Y que para la espectacular aportación de los países emergentes y menos desarrollados no hay referencias en la serie estadística. Si se cumplen las estimaciones para 2007 divulgadas en octubre, basadas en datos oficiales ya muy avanzados, la diferencia entre el ritmo de crecimiento de estas economías y el de los países más avanzados se habrá ampliado hasta una diferencia récord de 5,6 puntos.

Dos terceras partes del crecimiento mundial en 2006 (5,4%) ya correspondieron a las economías emergentes y los países menos avanzados.

En 2006, China aportó un 25% del crecimiento mundial, y su contribución, la de India y la de Rusia, supone la mitad de esa expansión. La buena marcha de la economía mundial en el lustro que cierra 2007 está muy ligada al despegue de los dos gigantes asiáticos. China empezó a crecer por encima del 10% anual desde 2003. Y desde ese año, el PIB indio siempre ha superado el 7% anual.

Según las estadísticas que ha recopilado el FMI desde 1970, India rompió su techo de crecimiento en 2006 (9,7%) y este año cerrará en el 8,9% anual. China, que crecerá este año un 11,5% obtuvo sus mejores registros en los primeros años noventa. Pero lo más relevante en su caso es que, desde 1990, el PIB chino no ha crecido nunca por debajo del 7,5% anual. Una expansión sostenida que ya la sitúa, en paridad de poder de compra, como segunda economía mundial tras Estados Unidos. India rivaliza con Alemania y Japón por los siguientes puestos en el escalafón.

Al tirón de los gigantes asiáticos, se suman este año el buen desempeño de Rusia (7%), la economía brasileña (4,4%), o Suráfrica (4,2%) para completar el brillante cuadro macroeconómico de los países emergentes.

Las previsiones de los organismos internacionales vaticinan que la tendencia se intensificará en 2008. A favor juega que la crisis hipotecaria parece tener menos repercusiones en estos países, antes muy sensibles a cualquier problema financiero internacional. «El impacto ha sido menor que en otros episodios de turbulencias financieras y los valores bursátiles en estos mercados emergentes vuelven a batir récords», destaca el FMI.

Cuando el Fondo revisó a la baja en octubre sus previsiones para 2008, lo hizo en mucho mayor medida para las economías avanzadas, cuyo crecimiento estimado pasó del 2,8% al 2,2%. En los países emergentes, el retoque fue mínimo, al pasar la previsión del 7,6% al 7,4%.

Más desigualdad

La economía mundial ha acelerado su ritmo de crecimiento, pero también ha aumentado la desigualdad en la distribución de los ingresos. Como ya hicieran recientemente la OCDE o la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional dedica un capítulo especial de su último informe sobre la evolución económica a medir cómo influye la globalización y el cambio tecnológico en el reparto de las rentas.

El estudio del FMI parte de constatar que, entre 1990 y 2000, los ingresos de pobres y ricos en todas las zonas geográficas aumentaron, beneficiándose del crecimiento mundial. Pero eso no sirvió para acortar las distancias entre la parte de la renta que acumulan los ricos y la que concentran los más pobres, más bien al contrario.

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