RAMALA, Territorios Palestinos. Los palestinos siguen con atención las legislativas en Israel pero sin hacerse ilusiones porque creen que incluso en caso de derrota del conservador Benjamin Netanyahu no será fácil retomar los esfuerzos de paz.

Bara, camarero en un café de Ramala, lee todo lo que se publica en Facebook sobre las elecciones. «Se habla mucho» del tema pero «sabemos que el futuro gobierno será quizás aún peor que el actual dirigido por Benjamin Netanyahu», dice a AFP.

Desde el fracaso del último intento de Estados Unidos de lograr la paz, las perspectivas de resolución del conflicto pocas veces han parecido más sombrías.

En 2014 palestinos e israelíes se enfrentaron en una guerra en la Franja de Gaza. Además siguen las tensiones entre la dirección palestina y el gobierno israelí después de las iniciativas de los palestinos por internacionalizar su causa y las represalias económicas israelíes.

Sin embargo, el conflicto y sobre todo los medios para resolverlo no han acaparado la atención de los candidatos israelíes, quizás, según los expertos, porque los electores israelíes consideran que los dirigentes palestinos son responsables de la situación.

La cuestión volvió a primera página al final de la campaña al publicarse un documento atribuido a Netanyahu en el que se retractaba de su aceptación para crear un futuro Estado palestino.

El gabinete de Netanyahu lo desmintió, aunque su partido ha dejado claro que las concesiones a los palestinos no están en el orden del día. Los líderes palestinos, que dudan de que las cosas se presenten mejor en el caso de una victoria del laborista Isaac Herzog, ya han advertido que las legislativas no modificarían su ofensiva diplomática.

– «Poco importa el vencedor» – «Es natural que sigamos estas elecciones porque se celebran en el país que nos está ocupando, el que cada día mata, reprime y desprecia» a los palestinos, dice Mohamed Madani, encargado de relaciones con la sociedad israelí en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Para los dirigentes palestinos, «poco importa que el vencedor sea de derechas, de izquierdas o extremista, lo que nos importa es que construya la paz con nosotros, pues hasta el momento no hemos encontrado ningún socio».

Mientras el Likud (el partido de Netanyahu) se ha opuesto tradicionalmente a un Estado palestino, la Unión Sionista liderada por Herzog y la formación de centro Yesh Atid («Hay futuro») abogan por un «Estado palestino desmilitarizado» y por la anexión de los bloques de colonias de Cisjordania.

El partido nacionalista religioso Hogar Judío se opone a «cualquier Estado palestino» pero tampoco quiere la solución de un Estado que absorbería a la población palestina.

En el lado opuesto, la Lista Común Árabe defiende la vuelta a las fronteras de 1967 con un Estado palestino independiente y que se ceda a éste el este de Jerusalén. Por su parte, el partido Israel Beitenu («Israel nuestra casa») no se opone tampoco a crear un Estado palestino y milita por un intercambio de territorios y de poblaciones entre ciertos territorios poblados de árabes israelíes y las colonias de Cisjordania.

Adli al Rami, vendedor de coches en Ramala, pide cosas concretas: «Que nos quiten el muro, los puestos de control, que frenen aunque sea un poco la colonización, y entonces daremos la bienvenida al nuevo gobierno».
Para Hamás, en el poder en Gaza, «todos los partidos que han dirigido a Israel practican el terrorismo para liquidar la causa de los palestinos y colonizar», según Fawzi Barhum, portavoz del movimiento islamista, que Israel considera como terrorista.

Madani, de la OLP, espera que Lista Común Árabe pueda llevar la cuestión palestina al centro del debate. Pero si, después de las elecciones, no emerge ningún socio para la paz, significará «que el pueblo israelí no sabe lo que le interesa y se encomienda a dirigentes que privilegian la guerra en detrimento de la estabilidad de la región».