Con “Los Palmeros” y el 12 de enero hay una parte agria, un momento de trascendencia de lo que fue la historia de la izquierda. Fue el principio del fin de la lucha armada como medio para alcanzar el poder”.
Los miembros de la Fundación Amaury Germán Aristy, dirigente de aquella agrupación caído en un enfrentamiento desventajoso con los cuerpos militares de los 12 Años de Joaquín Balaguer, recuerdan en este aniversario de la masacre que entonces “vivíamos una cacería sin precedentes por un Gobierno establecido por el imperio que aniquiló todas las fuerzas progresistas de la post guerra”.
“Todavía el método de la lucha armada tenía vigencia, pero estaba en decadencia, estábamos acorralados, el balance del exterminio está escrito con sangre”, significó Sagrada Bujosa, viuda de Aristy y presidenta de la organización, en un encuentro en el que participaron también Gianella Perdomo, hermana de Virgilio Perdomo, vocal; José Bujosa (Chino), vicepresidente; Emna Méndez Núñez, secretaria; Carmen Rita Morera, vocal; Guillermina Bujosa, vocal. Manuela Aristy, presidenta Ad Vitam y madre de Amaury, no asistió por problemas de salud.
La trágica conmemoración los sorprende en desasosiego por el deterioro del monumento en homenaje a Amaury Germán Aristy, Virgilio Eugenio Perdomo Pérez, Bienvenido Leal Prandy (Chuta) y Arquímedes Cerón Polanco. La construcción fue uno de los mayores logros de la entidad para perpetuar la memoria de los mártires.
Los bancos, el sistema eléctrico y el de agua, la zona verde, el gazebo, la caseta de los guardias de seguridad colapsaron. Se llevaron los cables y enchufes y la vigilancia desapareció. “El salvajismo se hizo presente”.
Recordaron la lucha política y el patriotismo de Los Palmeros, su comportamiento humano, sus decepciones, soledades y los errores que los condujeron a su muerte en una cueva del kilómetro cuatro y medio de la autopista Las Américas donde se erigió la plaza en su honor. Varias calles, avenidas, escuelas los recuerdan por sus nombres particulares y como “Los Palmeros”.
“Sin alternativas”. “Los muchachos no tenían grandes alternativas, a los héroes no se les critica los errores, pero si no, ¿de qué vamos a aprender?”, se preguntan.
Uno de ellos consideró que la casa donde se ocultaban “era como una fortaleza inexpugnable. Ahí nos detectaron. Entraba y salía más gente de la que debía”, relata Sagrada quien se salvó del aniquilamiento.
Por otro lado, agrega que hubo documentos públicos que eran un desafío al Gobierno de Balaguer y su cuerpo opresivo. “No teníamos moneda con qué devolverle a un aparato represivo fuerte”, dijo. Afirma que la clandestinidad, además, los alejaba del pueblo, por lo que no pudieron establecer mayores vínculos sociales ya que se manejaban más como una estructura de carácter político-militar”.
La agrupación se creó en La Habana en diciembre de 1967 con el nombre “Los comandos de la Resistencia” y “Los Palmeros fueron la agrupación fundamental”, explican.
Sagrada confiesa: “Hemos sido una voz muy solitaria, los muchachos fueron abandonados, víctimas de un proceso difícil por el que estaban pasando los cubanos”.
Se refirió a un documento escrito por Amaury que “46 años después no conozco una organización de la izquierda que se haya referido a él” y que según la combatiente refleja entrega, abandono, frustración “de un hombre acorralado por falta de comunicación”. El testimonio llegó a manos de líderes socialistas internacionales y locales “y ellos no nos tendieron la mano”. Amaury, enfatizó, “encabezaba la lista del exterminio balaguerista”. Peña Gómez le comunicó: “Sagrada, los van a matar”, refiriéndose a Los Palmeros. “No es de revolucionarios actuar de esa manera”, acota en alusión a quienes tuvieron el material y callaron.
“Fue un documento producto de profundas reflexiones porque el nivel de acorralamiento y abandono era tan grande como el” de la matanza. “Fuimos víctimas de la situación cubana y lo que merecimos fue abandono e intriga… El gran error fue depender de los cubanos, escribió Amaury”.
El mayor ejemplo. Los Palmeros fueron para Guillermina Bujosa “el mayor ejemplo de valentía de este país, no hubo otros después de ellos, esperemos que las nuevas generaciones los copien. Tenían sentimientos muy nobles, estaban dedicados por entero a la libertad de nuestro país en esa época tan dura que fue el balaguerato”.
Gianella expresa que “después de los padres trinitarios, que lo dieron todo, Los Palmeros ofrendaron hasta a sus hijos, sus madres… Su compromiso estaba por encima. Virgilio repetía: La Patria me necesita, y los cuatro, conscientes de que en cada acción entregaban la vida, estaban convencidos de que debíamos ser libres de las botas americanas, de Trujillo, de los balagueristas”. Y expresa pensativa: dos mil 500 guardias contra cuatro. ¿Cuántas horas de combate?”.
Aplica a su memoria la cita de un autor: “No podemos revivirlos porque los mataron, pero no podemos enterrarlos con el olvido”.
Chino contó que haber conocido “a esos cuatro titanes fue una hermosa experiencia en mi formación revolucionaria. Sentí enormemente su caída, como realmente se esperaba, que cayeran heroicamente”.
Emna entiende que el legado que dejaron se hace imprescindible y que es necesario “continuar su lucha por una sociedad más justa, por valores. En nombre de ellos debemos mantenernos en pie de lucha”.
Carmen Rita fue amiga de Virgilio y Amaury y manifiesta agradecer que la pusieran al tanto de lo que hacían. Su ejemplo, exclama, “me ayudó a formar una familia que camina derecho, a tomar decisiones correctas. Creo que mucha gente cambió su manera de pensar el 12 de enero. Lo que hicieron nos marcó a todos”.
Sagrada declara haber perdido “a un hombre trascendental, desprendido, generoso, culto, lector voraz. Era un poeta, de prosa muy poética, admiraba a José Martí. Era cariñoso, con gran sentido del humor, bailador, un ser humano tan completo que era capaz de tener lo que demostró el 12 de enero. Dejó a su hija, a su madre, la comunidad donde vivían. Su vida la entregó por una causa”.
Pero, además, añade, “perdí a Virgilio, a Chuta, a Ulises. Sus ejemplos han conducido mi vida, no puedo proceder de forma incorrecta. Tengo que ser coherente con lo que ellos vivieron”.
Enfatizó que todavía tienen muchos desafíos en la promoción de los valores éticos y morales “que están patas arriba en esta sociedad y que el predominio de los antivalores es preocupante”. Lamentaron el deterioro social y expresaron que el país “exhibe unos modelos como referentes de éxito que dan pena”.
Sin embargo, advierten que su lucha no fue en vano, citando avances, “aunque acompañados, lamentablemente, de los que exhiben sus riquezas mal habidas con un descaro, como si fuese algo conseguido con el sudor de su frente. Si el dirigente se nos presenta con ese modelo, ¿qué puede hacer el común?”.