Los paneles flotantes de Crismar y otras dolorosas  apatías

Los paneles flotantes de Crismar y otras dolorosas  apatías

Vamos. Es que “hacer por hacer”…  por hacer dinero… sin respeto por los esfuerzos creativos, realizadores, perseguidores de inspiración y  ardua labor de bien dotados artistas, laboriosos, obstinados, así como de capacitados técnicos, es algo que se revuelca en el alma como un oxidado cuchillo que nos tortura.

Al pintor y arquitecto Cristian Martínez “Crismar”, le fue encargado, por el Presidente Balaguer, avanzados los años sesenta, un gran proyecto decorativo  para el moderno Aeropuerto Las Américas que iniciaba sus funciones. El  artista se inspiró en la historia de la aviación civil y, por más de un año, en su amplio estudio en Roma, plasmó en un mar de diseños la historia de la transportación aérea, basado en montañas de documentos. Los dibujos fueron trasladados a un nuevo tipo de plexiglass y sellados al vacío mediante las más modernas técnicas. Un enganche especial aerodinámico fue diseñado para permitir el paso del aire entre las piezas que conformaban el enorme panel, y aseguraban los técnicos italianos que la estructura no se deterioraría aunque fuese colocada en el fondo del mar.

   Con el paso de los años y los negocios, no la sumergieron en el mar, pero la desmontaron (trabajo les habrá costado luchar contra junturas de plástico irrompible  y cables de acero de la mejor calidad).

   En su lugar fue colocado un anuncio comercial.

   Siempre el dinero inmediato.

    Pero las piezas, tercamente, aunque humilladas y arrinconadas, siguen vivas, intactas.

    Se ha hablado de reinstalarlas. Se trata de la obra de un dominicano valioso y de un conjunto de paneles ilustrativos y educacionales.

   Tal vez corresponda añadirle una explicación más amplia de los procesos e imágenes que presenta.

   Poseemos obras valiosas a las cuales no se les otorga importancia. ¿Queríamos educar al pueblo cuando se dispuso su realización? Algunas veces sí,  otras veces no. Y triunfa la abulia… la falta de mantenimiento, el irrespeto por el arte.

   ¿No han desimportantizado lo que significa una escultura de Abelardo Rodríguez Urdaneta como “Uno de tantos”… nada menos que un drama nacional maravillosamente realizado? El hecho de que no tengamos guerras civiles no significa que no existan indignaciones cívicas e insatisfacciones que equivalen a la muerte. La escultura de Urdaneta es un alerta contra las injusticias sociales.

   Las obras del Paseo o Bulevar de la avenida 27 de Febrero, con su bien elaborada torre y reloj que hace mucho que  no  funciona,  sus descuidadas instalaciones y obras de arte moderno, bien podrían ser, estas últimas,  instructivas con alguna información iluminadora, pero en el área también reina el descuido.

   Me duelen nuestros abandonos y nuestras apatías, y temo que la sensación se expanda a un “dejar hacer”, a un “laissez faire” fuera de contexto y límites.

   Me he referido a los tratamientos recibidos por los  trabajos de Crismar en el Aeropuerto, como un síntoma. Un síntoma peligroso de irrespeto al arte. Ese arte honrado que Lion Feuchtwangler, ilustre escritor alemán nacionalizado norteamericano (Munich, 1884-Los Angeles,1958), tratadista del tema judío (que no pasa), afirmaba vigorosamente:

    “Sólo en el arte hay claridad, esperanza y luz”.     

Publicaciones Relacionadas

Más leídas