Los panfleteros de Santiago

Los panfleteros de Santiago

El jueves 28 del mes de enero, asistimos a la presentación del libro “Los Panfleteros de Santiago, Torturas y Desaparición”, obra de mi dilecto compadre el doctor Ramón Antonio Veras (Negro).  El acto tuvo lugar en la majestuosa Biblioteca Pedro Mir, Sala Manuel del Cabral de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y quedamos sorprendidos por el poder de convocación de Negro, el cual abarrotó el salón y hubo más de cien personas que se quedaron de pies.

 Se inició con el canto a la Patria por el tenor Henry Ely.  Alguien de su entorno próximo debe decirle a este cantante lírico que las letras del Himno Nacional no se pueden cambiar según se establece en la Constitución de la República. A nuestro entender -por no estar de acuerdo- cambio la parte inicial de una estrofa. A seguidas, el doctor Roberto Cassá, director del Archivo General de la Nación y patrocinador de la obra, con el  pragmatismo que siempre lo ha caracterizado, destacó lo importante de la obra para la juventud desconocedora de estas acciones henchidas de patriotismo realizadas por aquellos adolescentes que cincuenta años atrás ofrendaron sus vidas en la más feroz tiranía que haya sojuzgado a nuestro pueblo,  quedando sus atribulados progenitores marcados por el dolor para siempre por tal valiosa e irreparable pérdida.

La intervención del señor Rafael Emilio Yunén, del Centro León, no obstante ser muy objetiva, resultó muy prolija y creemos que varios aspectos de su presentación, debió dejársela al autor del libro, teniendo en consideración el número de personas que tomarían la palabra. Sin embargo, al hacer uso de la palabra el siguiente orador, Rubén Echavarría, tocó las fibras más sensibles de la audiencia con una oda al valor de los inmolados en la ergástula conocida como “La 40”.

Con un nudo en la garganta por el dolor y el recuerdo de sus compañeros caídos, el doctor Veras se fue sobreponiendo y con voz estentórea, y tal vez con un poco de dramatismo, nombró y destacó el valor de aquellos jóvenes, muchos de ellos imberbes, que conscientes de lo  que les esperaba si eran descubiertos, no dudaron en emprender la labor de zapa en contra de la tiranía, que al descubrirlos se ensañó con ellos, torturándolos de manera brutal, al extremo que sus cuerpos fueron desmembrados y tirados en un camión sin que hasta ahora se sepa dónde reposan.  Aquí cabe destacar que no se tomaron  medidas enérgicas contra el grupo de miembros del temible Servicio de Inteligencia Militar (SIM), que extirpada la dictadura se pavonearon sin escrúpulos por toda la geografía nacional y muchos de ellos murieron en su cama, cuando debieron ser sometidos a la acción de la justicia, o linchados en última instancia para que pagaran la criminal y cobarde acción de quitarle la vida a púberes cuyo único delito fue escribir un panfleto en contra de un sanguinario dictador.  Por fortuna, desde el recinto en que se encontraban desnudos y flagelados, testigos como mis compueblanos los doctores Luis Rafael Gómez Pérez y Ramón Andrés Blanco Fernández y otros apresados, pudieron escuchar y presenciar cuando los esbirros torturaban sin conmiseración a estos jóvenes y destacan el estoicismo mostrado por ellos ante el suplicio que terminó con sus tiernas vidas. ¡Loor a los Panfleteros de Santiago!

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