Los pantalones y el poder

Los pantalones y el poder

Después de leer el artículo de Rosario Espinal «La imposición de un liderazgo» donde describe, según ella, los tres factores que contribuyeron a la imposición del liderazgo de Hipólito Mejía, advierto que se olvidó uno.

Excusa, Rosario, se te olvidó uno, que nuestra vice presidenta, además secretaria de Educación y según algunas mujeres, eminente feminista, no faltó de mencionar: son los pantalones que tiene Hipólito.

Y si las mujeres enfrascadas en política no lo sabían, que se metan sus pantalones porque ese atuendo es un prerrequisito para el acceso al poder. Bueno, en caso que se le permitan a las mujeres acceder a algún peldaño, porque lo que se requiere preferiblemente es ser hombre y tener pantalones. Lo dijo nuestra Secretaria de Educación.

Nunca más que hoy ese atuendo recobra valor simbólico. No se sabe si es el pantalón, en sí, el que tiene valor o si el pantalón da valor, o acaso si es lo que hay dentro del pantalón, no precisó bien, nuestra secretaria de Educación, pero para una feminista, hay que reconocer que la doctora Milagros Ortiz Bosch tuvo los pantalones de decir lo que siempre se supo, que si las mujeres no ascienden más al Poder, no es por mujer, sino porque no usan pantalones.

La declaración de la secretaria, representante de la política educativa del PRD junta a la malísima o mejor dicho, inexistente política cultural de la Secretaría de mismo nombre, sitúa exactamente a qué nivel, gracias a los gestores culturales del PRD, está el alcance de sus políticas.

Una obra cultural se debe medir por los resultados y los avances que refleja la sociedad y la población. El nivel cultural de la campaña electoral es su medición.

Iniciando Plan Decenal de Educación, en la gestión de Jacqueline Malagón, 1993-1996, asesorada por Lorenzo Guadamuz, se hizo énfasis en la necesidad de elevar el nivel cultural de los estudiantes modificando el currículo, adecuándolo a las inquietudes, a los avances y a las necesidades de la sociedad actual. La educación es una estrategia importante para cambiar los prejuicios sobre los roles del hombre y de la mujer en la sociedad. Por esos motivos, introduciendo en particular en la transformación curricular la perspectiva de genero y la perspectiva ambiental, se pensó formar una juventud más abierta, más crítica, más ajustada a las corrientes del pensamiento moderno y a nuevos paradigmas que se investigan y que los medios difunden. Medio ambiente, género, educación para la democracia, para la paz son suficientemente mediatizados y constituyen especialidades. Todos los programas fueron revisados en base a la transdisciplinariedad, con enfoque degenero y del medio ambiente. La perspectiva del género debe integrarse en los programas para que permita la eliminación de estereotipos en los textos escolares y concienciar en este sentido a los maestros para asegurar así que los estudiantes hagan una selección profesional informada y no en base a tradiciones prejuiciados sobre el género. Se entiende que el género es la construcción social que atribuye a los hombres y a las mujeres roles distintos en la sociedad en función de su sexo. Las mujeres en el mundo tienen años de lucha transformando las mentalidades y ganando terreno en una nueva distribución de los roles sociales, sin distinción de sexo.

Sin embargo, educación no es escolar nada mas, educación es permanente, constante, desde el hogar, en la calle, en los medios, en las políticas culturales. Es evidente el fracaso del PRD. Es evidente que la ecuación: poder= masculinidad + dinero sigue vigente en la sociedad moderna en general y en la dominicana, en particular. Nada ha cambiado o muy poco y si cambio, hubo se debe mas a la migración que a la acción consciente de las Secretarias de Educación y de Cultura.

De hecho, la herencia de simbolismos se extiende desde el ayer hasta hoy: el centro (poder político) la espada (poder militar) la cruz (poder religioso) y el oro (poder económico) son todos ellos, ornamentos masculinos y atributos genéricos que se refuerzan por otros simbolismos como la posición (vertical, obeliscos) y la posición rítmica (la acción, la guerra, la violencia). Es obvio que las mujeres deben romper ese orden establecido y en muchos países sus conquistas sociales y políticas les permiten jugar roles en la política con sus especificidades y no siempre en Secretarias «femeninas». Se supone que una mujer debe imponer nuevos modelos y referentes de ejercicio del poder, sencillamente porque es mujer. La Tatcher hubiera actuado como Blair pero eso, es, otro problema.

Sin embargo, todos y todas sabemos que Educación ha fracasado en su reforma curricular, en sus libros de texto, las Pruebas Nacionales lo han medido y nos han permitido ver el abismo que nos separa todavía de los mejores modelos educativos (Taiwán, Francia, Cuba, Holanda) a pesar de la extraordinaria gestión de Jacqueline Malagón.

A pesar de las conquistas sociales, económicas y políticas de la mujer latinoamericana, todavía son vistas como intrusas en el ejercicio del poder, se cuestiona su capacidad de influencia, se las encuentran emotivas, apasionadas, con poco liderazgo incluso se las marginan y se las manipulan. Lo vimos con la evicción del poder de Milagros.

Todo eso, lo sabemos pero lo que no sabíamos, es que la secretaria de Educación, primera mujer que por su liderazgo represento el Distrito Nacional en el Senado de la República, todavía no había entendido que no son los pantalones los que hacen a los hombres o a las mujeres grandes, son sus intereses, sus intenciones, sus visiones y el respaldo de sus pueblos. En la historia de las civilizaciones vemos que los pantalones fueron atuendos de mujeres y que no siempre las faldas fueron usadas por las mujeres.

Independientemente del fracaso de la transformación curricular, Milagros Ortiz Bosch demuestra que si, tiene pantalones, pero no le sirvieron para alcanzar el poder. Entonces, no es asunto de pantalones, pero si nos demuestra una y otra vez, que la campana electoral es cada vez mas pobre, mas envilecí ente, sin carácter formativo a pesar del uso de las bachatas que le dieron colorido, no contribuyeron, por sus pregones, a elevar el nivel cultural del pueblo dominicano, al contrario.

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