Los paros en los servicios públicos
atentan contra los derechos ciudadanos

<p>Los paros en los servicios públicos<br/> atentan contra los derechos ciudadanos</p>

ALTAGRACIA PAULINO
Las huelgas fueron definidas en algún momento como el último recurso de los trabajadores para hacer valer sus derechos cuando reclamaban conquistas que los patronos no satisfacían.

Las huelgas son únicas de los obreros por lo que a los paros de los empresarios del transporte no debe llamárseles huelgas.

Las huelgas constituyeron el arma del movimiento sindical mundial, otrora el más fuerte de los movimientos, sobre todo cuando el proletariado arrió su bandera y logró el poder en un proceso histórico que ha quedado atrás porque la dinámica del desarrollo humano ha trazado nuevas rutas.

Esta forma de protesta tiene su origen en el movimiento obrero, clase social que identifica muy claramente la posición del trabajador frente a los medios de producción, la cual definió Carlos Marx, como la que es solo dueña de su fuerza de trabajo, que cambia por un salario.

En nuestro país el movimiento obrero no es fuerte y su debilidad está relacionada con los cambios que sufrió el mundo socialista que dejó en el limbo a los “proletarios” del mundo.

Pero el capitalismo, aun con su brutal forma, ha tenido la capacidad de reinventarse, sobreponerse y adaptarse a la realidad transformando los medios de producción dependiendo menos de la mano de obra y apoyándose más en las nuevas tecnologías.

Esta reflexión la hacemos porque nos llama poderosamente la atención el uso de la huelga por los empresarios del transporte que han asumido el método de los obreros como si fueran tales, y es que en los años 70 surgieron los “obreros del transporte” agrupados en UNACHOSIN, que sí era un sindicato de choferes, porque en su mayoría no eran dueños de los vehículos, sino trabajadores que alquilaban unidades para transportar pasajeros y en algunos casos propietarios, pero solo de un carro, no de una flotilla, dueños de rutas basadas en el monopolio.

De la corrupción de los sindicatos de choferes surgieron los llamados sindicalistas de ahora, que monopolizan las rutas, alteran el orden en las vías públicas, alteran la calidad de vida de los ciudadanos y ya han sido calificados como los dueños del país, porque en verdad ellos así lo creen.

Reflexionando sobre los derechos ciudadanos y la responsabilidad de los gobiernos de protegerlos y garantizarlos, se me ocurre pensar en que la reforma constitucional debe incluir la prohibición de las huelgas y paros en los servicios públicos.

Esto así porque cuando se paraliza un hospital se afecta al pobre que no puede pagar una clínica, cuando se realiza un paro de maestros se afectan a los estudiantes cuyos padres no pueden pagar colegios privados y cuando se paraliza el transporte de pasajeros se afecta a los peatones. Con esto nos atrevemos a decir que los paros-no huelgas- en esos sectores no deben ser aceptados ni por la población ni por el gobierno porque atentan contra el principio constitucional de la protección a los ciudadanos, principalmente a los más desprotegidos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas