Los párpados adoptan posiciones anómalas

Los párpados adoptan posiciones anómalas

Doctora Nilva Soto Abreu
Especialista en órbita y oculoplástica. Gerencia de Oftalmología HGPS
Los párpados son dos velos musculomembranosos, móviles, localizados por delante de los ojos, que pueden ponerse en contacto entre sí, o separarse para dejar al descubierto gran parte de la superficie ocular.
Son los encargados de brindar protección a los ojos frente a cualquier tipo de agresión, desde una iluminación excesiva hasta cuerpos extraños y traumatismos.
La apertura palpebral en sentido vertical debe medir entre 9 y 10 mm, y su longitud normal es de 30 mm.
Además de la función de protección, se encargan de distribuir de manera adecuada la película lagrimal por toda la superficie ocular y eliminar desechos y partículas que allí se depositan.
Participan activamente en el drenaje de las lágrimas por acción de su sistema muscular que produce una presión negativa o de succión sobre el saco lagrimal, que es la estructura encargada de recibir las lágrimas que van saliendo de la superficie ocular.
Los párpados se encuentran sostenidos por un complejo sistema de ligamentos y tendones que los mantienen fijos a estructuras vecinas y a los huesos de la órbita, que es el espacio de forma piramidal en el que están contenidos el ojo y sus anexos. Este sistema de fijación y posición puede verse afectado por diversas condiciones y enfermedades, dando origen a las malposiciones palpebrales. Estas se producen con relativa frecuencia y además de conferir un aspecto antiestético, conllevan a alteraciones oculares que limitan las actividades diarias del paciente y pueden llegar a ser graves para la visión.
Hay cuatro tipos de malposiciones palpebrales:
1. Retracción palpebral: párpado superior muy alto o párpado inferior muy bajo.
2. Ptosis palpebral: caída del párpado superior.
3. Entropión: el borde del párpado rota hacia la superficie del ojo, poniendo las pestañas en contacto con la córnea.
4. Ectropión: el borde del párpado rota hacia afuera, perdiendo contacto con el globo ocular.
Suelen producirse por una relajación excesiva de los tejidos del párpado, generalmente de causa senil o involutiva, aunque también pueden presentarse con frecuencia en pacientes con alteraciones neurológicas como la parálisis facial, en personas con inflamaciones palpebrales frecuentes ya sean de causa alérgica o edema constitucional, pacientes con oftalmopatía distiroidea, secundario a traumatismos, cicatrices, cirugías, difusión o aplicación inadvertida de toxina botulínica, entre otras.
Debido a causas tan diversas, la población afectada comprende rangos de edades muy amplios, incluyendo casi todas las etapas de la vida. Así, en la niñez temprana la malposición mas frecuente es la blefaroptosis o caída del párpado superior de origen congénito o asociada a síndromes como el de la blefarofimosis, aunque con menor frecuencia pueden presentarse entropión o ectropión, generalmente asociados a sindrome de Down u otras condiciones genéticas.
En adultos es frecuente la ptosis palpebral de causa alérgica o por frotado excesivo, así como retracciones palpebrales en pacientes distiroideos.
El grupo más afectado es la población de edad avanzada, en la que con mucha frecuencia encontramos ptosis de párpado superior y entropión o ectropión, debido a laxitud y desinserción de tejidos por cambios involutivos.

Retracción y ptosis palpebral, las más comunes

La posición anormalmente alta del párpado superior se presenta principalmente en pacientes con enfermedad distiroidea y se debe a un exceso de estímulo al músculo de Muller por parte del sistema nervioso simpático. Produce síntomas de resequedad ocular y un efecto antiestético importante. Generalmente es confundido por el paciente con una caída del párpado contralateral.
Cuando se presenta debe evaluarse al paciente descartando afecciones de otras estructuras oculares o enfermedades neurológicas. Su tratamiento incluye el control de la enfermedad de base, y aplicación de toxina botulínica, ácido hialurónico o cirugía, según la gravedad del caso.
La ptosis palpebral puede ser congénita o adquirida. Puede producir disminución del campo de visión, posiciones compensadoras de cabeza, cansancio y agotamiento visual por actividad muscular compensatoria, aspecto somnoliento o cansado y asimetrías palpebrales. En el caso de los niños se debe prestar especial atención durante los primeros meses de vida, ya que puede producir astigmatismo y bloqueo del eje visual teniendo el paciente alto riesgo de desarrollar ambliopía.
En algunas enfermedades neurológicas degenerativas puede presentarse con afectación de los músculos que mueven el ojo como la distrofia oculofaríngea y oftalmoplejía crónica externa. Si la blefaroptosis involucra el eje visual, debe ser corregida a la edad más temprana posible; de lo contrario, la edad ideal es a los tres años. En la adultez se recomienda corregir la ptosis poco tiempo después del diagnóstico, tomando en cuenta la severidad de cada caso. El tratamiento es quirúrgico, aunque la técnica empleada dependerá del tipo de ptosis y el grado de función del músculo elevador del párpado.

Entropión y ectropión
El entropión y el ectoprión son las condiciones son más frecuentes debido a laxitud y desinserción de tejidos por cambios involutivos, el tendón cantal lateral se debilita o desinserta al igual que el complejo de retractores del párpado.
El borde palpebral rota entonces hacia adentro o hacia afuera en función de la estabilidad y tamaño del tarso. También se producen por parálisis nerviosas, en las que los músculos pierden su fuerza y tono, por cicatrices en la conjuntiva o la piel que tracciona el borde palpebral hacia afuera o adentro de la superficie ocular y secundario a cirugías oculares por el uso inevitable de separadores de párpados.
Cuando se presentan de manera congénita, se asocian frecuentemente a síndromes genéticos y deben corregirse a la mayor brevedad posible con fines de evitar consecuencias graves que puedan entorpecer el desarrollo visual del niño.
En ambas malposiciones el paciente presenta lagrimeo y/o epifora, enrojecimiento ocular, secreciones, sensación de cuerpo extraño de intensidad moderada a severa. En el ectropión puede haber queratinización de conjuntiva y afección corneal severa, además la vía lagrimal puede verse afectada secundariamente por el cierre transitorio o permanente del punto lagrimal.
En casos de entropión, el roce de las pestañas con la córnea puede producir ulceraciones corneales, que en los casos más graves y sin atención médica oportuna pueden producir pérdida permanente de la visión e incluso pérdida del globo ocular.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas